Para hacer canciones, a parte de nuestra voz, lo más habitual es que escojamos el instrumento que predomina en la música de los artistas que nos gustan o uno polifónico como el piano o la guitarra pero, en realidad, y aprender a tocar cualquier instrumento nos va a ser de ayuda.

Historia y consecuencias
La cuestión es que la música es una parte esencial de las canciones y tiene sus características acústicas, su historia, sus normas y usos. Además, y probablemente lo más importante, es que todos estos aspectos han afectado a los compositores y compositoras a lo largo del tiempo y han condicionado qué tipo de música se ha escrito y qué tipo no, en cada época.
La consecuencia de esto ha sido que, según el lugar del mundo, el periodo histórico y tal vez el estatus social concreto en el que se haya vivido, se habrán compuesto y escuchado más canciones de un tipo o estilo que otros, afectando decisivamente a lo que se suele llamar cultura o educación musical de cada cual.
De ahí han surgido modas, corrientes artísticas y demás fenómenos sociales relacionados con la música y, de esos contextos, los artistas y las canciones.
De este modo, en la música y las canciones medievales sonaban flautas, tambores e instrumentos de cuerda, entre otros. En el periodo romántico, el piano fue el protagonista. El Rock santificó a la guitarra eléctrica. Y el Hip hop incluyó el sampling y la manipulación del sonido entre los posibles instrumentos para hacer e interpretar una canción.
Aprender música con un instrumento
La música, entonces, hay que escucharla, en primer lugar, y eso es lo más importante. Pero, para conocerla íntimamente, en detalle, aprender sus mecanismos, sus características y posibilidades nos va a ser de gran ayuda un instrumento musical.
Y para aprender música e interiorizar sus formas y sus posibilidades, ha sido y es habitual acompañarse de algún instrumento musical, o más de uno, y algún tipo de rutina que estimule tanto el aprendizaje como la creatividad. Tanto la educación académica con su teoría musical como la mayoría de los músicos autodidactas han tenido al menos un instrumento a su lado durante sus años, acompañando, y también condicionando, su aprendizaje y procesos compositivos.
Aunque, como ya he dicho, cualquier instrumento es una ayuda. Cada uno de ellos proporciona un perspectiva particular sobre el enorme paisaje de las posibilidades musicales, la mayoría de los escritores de canciones han utilizado instrumentos de teclado, de cuerda pulsada o cualquier otro que pueda producir acordes y proveer de contexto rítmico armónico fácilmente.
Entre los más utilizados está el piano, debido a esa capacidad polifónica y su poder sonoro, y los sintetizadores y guitarras, gracias a su portabilidad.
Estos instrumentos tienen la capacidad de generar acordes fácilmente, de mantener un ritmo, de ejecutar armonizaciones al mismo tiempo que se toca o canta una melodía. Eso ha hecho que sean los preferidos de generaciones y generaciones de compositores de canciones, estudiantes y aficionados a la música, en general.
El hecho de que debamos actuar, mover manos o pies para tocar un instrumento, incluye además un factor participativo, activo, frente a la posible pasividad de un oyente. Moviliza todo nuestro cuerpo a la hora de experimentar la música y nos da una comprensión tal vez más visceral y profunda.
Dicho esto, vamos a mencionar unos grupos de instrumentos clásicos a la hora de acompañarnos en la escritura de canciones.
La guitarra y su familia

Los instrumentos de cuerda pulsada como la lira, el laúd, entre los más antiguos, o la guitarra y el ukelele, entre los más modernos, han sido y son unos de los preferidos para componer canciones, especialmente, canciones populares.
Sus características polifónicas, es decir, que puedan ejecutar varios sonidos al mismo tiempo, su caja de resonancia mediana o pequeña y, sobre todo, su reducido tamaño, han hecho que sean un instrumento adecuado y disponible en infinidad de situaciones.
Con la invención de la guitarra eléctrica, los efectos electrónicos de sonido y los modernos sistemas de amplificación, además de poder tocarse cómodamente ante audiencias mucho mayores, también aparecieron nuevos posibilidades y texturas sonoras con las que alimentar la inspiración creativa de los compositores.
El piano y los sintetizadores

El piano y sus antepasados como el clavicordio, por ejemplo, fueron también compañeros habituales de los compositores de canciones.
Su amplitud tonal, su facilidad para ejecutar acordes y arreglos y su poder sonoro, gracias a su gran caja de resonancia, hizo de él el preferido en entornos cultos y académicos.
Con la aparición de los sintetizadores, las posibilidades de ese teclado, hasta entonces, analógico se multiplicaron y el precio más accesible de muchos de sus modelos, así como sus tamaño mucho más reducido lo convirtió en una pieza importante en la música popular.
Nuevos sonido sintéticos, nuevos efectos sonoros y su facilidad de uso transformó la música y las canciones en un océano de posibilidades antes imposible de experimentar.
Sampling y computadoras

Por si esto fuera poco, el siglo XX vio como nacían otras tecnologías que llevarían a los compositores y compositoras de canciones y a los músicos en general a una situación extraordinaria de riqueza de recursos.
El sampling, que es la técnica por la cual se pueden grabar, separar y manipular sonidos o músicas ya existentes, permitió que personas sin habilidades o práctica en ningún instrumento musical tradicional pudieran disponer de sonidos y fragmentos musicales para transformar y combinar en composiciones nuevas.
La tecnología digital, por último hasta ahora, hizo más accesible la grabación de sonido doméstica, los home estudios, y reunió buena parte de las posibilidades analógicas y electrónicas disponibles en un lugar central y cada vez más potente y económicamente accesible: las computadoras, los ordenadores y los otros dispositivos móviles.
Hoy en día, y cada vez más, podemos utilizar una computadora doméstica, con unos pocos periféricos como un micrófono y una tarjeta de sonido o interfaz de audio, para experimentar con mil instrumentos y sonidos, generar ideas y grabarlas fácilmente.
Para un escritor o escritora de canciones, toda esta revolución tecnológica ha supuesto un salto adelante en posibilidades y facilidades sin precedentes.

El trabajo básico sigue siendo el mismo: una idea, una melodía, ritmos, una letra, acordes. Pero las formas disponibles para llevar a cabo esta tarea son mucho mayores y el proceso se puede ver enriquecido, incluso como fuente de inspiración, si es necesario o así lo deseamos.
Instrumentos para hacer canciones
En definitiva, si quieres escribir canciones y todavía no has elegido un instrumento, no le des más vueltas. Elige uno cualquiera y empieza a tocarlo.
No hace falta que llegues a ser una gran instrumentista para hacer grandes canciones, no es necesario en absoluto. Muchos de los artistas que conoces, admiras y cantas no son expertos en ningún instrumento y lo manejan acorde a sus necesidades compositivas.
Una persona que canta y no toca en absoluto ningún instrumento puede llegar a crear letras de canciones y melodías geniales, que al fin y al cabo son la médula la canción, su esencia, lo que va a aparecer con mayor integridad en cualquier forma, arreglo o versión que se pueda llegar a hacer de ella.
Que el respeto o el reparo que puedas tener hacia los instrumentos musicales no te detenga.
Que las dudas sobre tu propia capacidad o habilidades como instrumentista no frenen tus deseos de cantar, componer canciones, expresarte y hacer oír tu voz única, tu verdad, tu aliento.
La práctica es la puerta que lleva a la libertad, a lo que puedes llegar a hacer, a los límites de tu imaginación.
Empieza ahora mismo.