Uno de los elementos más importantes en la composición musical y las canciones es la armonía. Los acordes y sus relaciones, las diferentes posibilidades, combinaciones, densidades de notas, la relación con las escalas o la melodía y muchas otros asuntos se mezclan en la teoría y la práctica de esta disciplina. Vamos a ver un repaso introductorio a este variadísimo tema.

¿Qué es la armonía?
Las definiciones habituales de armonía suelen describirla como la «disciplina que enseña a constituir los acordes y que sugiere la manera de combinarlos de la forma más equilibrada, consiguiendo así sensaciones de relajación o reposo (armonía consonante), o de tensión (armonía disonante)».
Si consideramos la melodía como algo que ocurre a lo largo del tiempo, o sea, que la podríamos representar como una línea horizontal, entonces la armonía será el fenómeno que percibimos al escuchar varias notas o alturas al mismo tiempo. Lo podemos pensar o representar como una acumulación, como algo vertical.
A pesar de esto, para entender los acordes hay que hablar primero de las escalas musicales y, para ello, tenemos que mirar atrás más de dos mil años.
Un poco de historia
El Traité de l’harmonie (1722), de Rameau, fue el primer texto acerca de la práctica musical que incluía el término «armonía» en el título. Sin embargo, no significa que esa fuera la primera discusión teórica acerca de este tema.

En la música occidental se suele señalar la Grecia Clásica, hace más de 2000 años, y a Pitágoras, en concreto, como los pioneros del estudio de las notas y los responsables del concepto de octava que articula buena parte de la armonía que se ha utilizado desde entonces.
Una octava señala el espacio sonoro que hay entre dos notas especialmente consonantes debido a la física de las vibraciones y la proporción matemática que las relacionan.
Por ejemplo, los diferentes Do, los más graves y los más agudos, que tocamos y nombramos en la teoría, el canto y cualquier instrumento musical, vibran progresivamente el doble de rápido, cuando ascienden o son más agudos, y la mitad, cuando descienden o van haciéndose más graves.
Con este espacio sonoro delimitado se pudieron establecer el resto de notas en lo que conocemos como escalas musicales.
Las escalas
Esta octava ha llegado a nuestros días dividida en 12 puntos concretos, con segmentos iguales entre ellos, los semitonos, y los conocemos como las notas musicales.
Pero, en la inmensa mayoría de los casos, al hacer música o escribir canciones o, sencillamente, cantar, no las utilizamos todas en cada pieza musical, sino sólo unas cuantas.

Para decirlo rápido y generalmente, esas selecciones particulares de notas reciben el nombre de escalas y son la base tanto de las melodías como de los acordes que van a utilizarse en cualquier composición musical.
Estas notas seleccionadas guardarán un orden y distancia entre ellas y, su uso repetido, dará a cada escala una sonoridad particular.
Al orden se le llama grado melódico y a cada distancia entre esas notas intervalo musical.
Esos intervalos reciben nombres, por ejemplo: 1 semitono será una segunda menor, 1 tono (o 2 semitonos que es la misma distancia) será un intervalo de segunda mayor o segunda a secas, 1 tono y medio, será una tercera menor, etc …
Combinando esas notas y sus intervalos construimos tanto las escalas como los acordes musicales.
Los acordes
En general, se considera que un acorde sucede cuando suenan tres o más notas al mismo tiempo. El orden y distancias que tengan esas notas entre sí determinaran el carácter sonoro de cada una y su nombre.

Por ejemplo, un acorde mayor de tres notas, o tríada, estará formado normalmente por la nota fundamental, la primera, su tercera mayor y su quinta justa.
Un acorde menor dominante de cuatro notas, o cuatríada, estará formado por la nota fundamental, la primera, su tercera menor, su quinta justa y su séptima menor.
La combinación de acordes que se aplique a cada composición es lo que usualmente entendemos por armonía, probablemente, el principal elemento musical de las canciones.
La tonalidad
Otro concepto clave en la historia y la práctica de la armonía es la tonalidad.
Todo el mundo ha oído o se ha preguntado alguna vez ¿en qué tono está esta canción?
Lo que conocemos por tonalidad, o armonía tonal o armonía funcional, consiste en una serie de notas, una escala, que, a partir de una primera fundamental, tienen un orden, unos intervalos determinados entre ellas y una jerarquía que les asigna, digamos, papeles o roles distintos en una melodía.
Cada una de esas notas genera un acorde, un grado armónico, que hereda esa jerarquía de sus notas base y una función determinada dentro del conjunto, derivada de sus estructuras internas.

Las dos funciones tonales principales en una estructura tonal son el primer grado, o Tónica, y el quinto grado, o Dominante.
Además, y para no alargarme más hoy y aquí, diré que las escalas y tonalidades que respetan los intervalos del conocido do re mi fa sol la si do, serán escalas mayores y las que, con esos mismos sonidos, empiecen en la si do re mi fa sol la, serán menores y tendrán su propio patrón interno de intervalos y, por lo tanto, su propia sonoridad característica.
Los modos
Jónico, Dórico, Frigio, Lidio, Mixolidio, Eólico y Locrio.
Si crees que estamos en una clase de historia pues, en parte, estás en lo cierto.
Estos nombres designan unas escalas y sus armonías derivadas y se llaman modos musicales o armónicos. Su origen es muy antiguo, también de la Grecia Clásica, al menos, y aunque tienen poco en común con aquellas, lo que conocemos como modos, hoy en día, han heredado esos nombres de sus antepasados.
Se diferencian de las tonalidades en que tienen su propia estructura interna, sus patrones interválicos específicos y, además, dan una importancia o protagonismo a otras notas de la escala, digamos, original.
La escala y modo dórico de Re, por ejemplo, consiste en las mismas notas que Do mayor, pero al interpretarlo, empezamos y acabamos la escala en el Re. Tanto melódica como armónicamente, la nota Re y el acorde de Re menor son los protagonistas y el centro de este patrón determinado que llamamos dórico.

Sucede lo mismo con el resto de los modos. El Jónico, en concreto, es el que hoy conocemos como tonalidad mayor.
Conclusiones
La armonía ha sido, a lo largo del tiempo, el objeto de deseo de la teoría de la música, de aquellos que aspiraban a dar una explicación completa o casi de las variadísimas situaciones y formas que ha ido tomando la música y las canciones durante la historia.
Casi siempre ha ido por detrás de las músicas que ya se estaban practicando, de los innovaciones expresivas y novedosas combinaciones que los músicos y cantantes iban proponiendo y experimentando en sus obras.
Como conclusión general, diré que la armonía puede asustar un poco al principio, sobre todo si la consideramos como algo primordial o algo que hay que saber hasta el más mínimo detalle, pero no deberíamos acercarnos a ella de esta manera.
La armonía es una explicación, es algo que viene, generalmente, después y no invalida, cuestiona o afecta en nada a la música que cualquiera de nosotros queramos o podamos componer.
Si tú escribes una melodía o armonizas una canción de una forma que no concuerda con alguna de las reglas o directrices que exponen los cientos de tratados de armonía, no pasa absolutamente nada.
La expresión es lo primero, el gusto personal es lo primero, nuestros experimentos y nuestro deseo y forma de comunicarnos o crear es lo primero y lo más importante.
Gustará más o menos, nos complacerá a muchos o a pocos, tendrá una difusión más o menos amplia, … no importa y no depende necesariamente de la supuesta corrección armónica que contenga.
Está bien conocerla, es útil en muchos casos, pero, de hecho, la inmensa mayoría de la evolución y las innovaciones de la historia de la música se han basado en exceder lo que la armonía teórica del momento consideraba correcto, en romper las reglas y expresar con nuevas combinaciones las angustias y deseos de cada época, de cada uno de nosotros en este tiempo y espacio que nos ha tocado vivir.
Aprende unos cuantos acordes, combínalos y escucha cómo suenan. Deja que tu imaginación cante. Escribe una canción.