El Blues. Esa maravilla. Ese cuchillo emocional.

Quién no lo conoce se pierde algo especial, canciones escritas con sangre, sudor y lágrimas, algo único y poderoso que nació de la necesidad y el sufrimiento de una comunidad de seres humanos, en un tiempo y lugar concreto.
Historia del Blues. Orígenes
A principios del siglo XX, las comunidades afroamericanas del sur de los Estados Unidos trabajaban básicamente en plantaciones de grandes latifundios y, esos hombres y mujeres eran esclavos, aunque te pueda parecer increíble.
Capturados en África, transportados en condiciones inhumanas en barcos, a través del Atlántico, y finalmente vendidos como mercancía a los propietarios de las tierras, llevaban una vida dura y penosa, bajo permanentes amenazas y sumidos en la pobreza y la desesperanza.
Aunque no se puede decir que el blues fuera una música triste por definición, esa existencia marcada por la frustración y la rabia, por esas condiciones de vida opresivas, se transformaba mediante la expresión musical en un alivio, en un deseo de supervivencia compartido, en una forma de resistir.
Podríamos decir, para no extendernos mucho, que en ese contexto el blues se conformó como un género musical basado en la utilización de estructuras verbales y musicales como la llamada-respuesta y patrones repetitivos, así como en una expresividad exuberante y sensual, siguiendo las tradiciones tribales africanas.
La música Blues
Componer música para una canción Blues significaba reunir tradición y realidad, pasado y aquel presente tan duro, bebía ser una muestra de la vida cotidiana de aquellos esclavos y esclavas y, al mismo tiempo, una invocación, casi un rezo, tal vez una especie de rayo de esperanza.
Con la herencia de los cantos de trabajo y la predicación profano-religiosa, el blues se estructuró en repeticiones, inicialmente cortas, de más o menos dos compases, y fue organizándose y consolidándose en una forma mayor de ocho y, más adelante, de doce compases.
A veces con acompañamiento de instrumentos de cuerda simples como la guitarra o el banjo y a veces sólo con el fraseo de la melodías del cantante, el blues fue desplegando sus posibilidades hasta conformar un género musical reconocible y arrebatador.
Las letras en el Blues
Escribir letras de canciones en aquel contexto requería algunas habilidades especiales. Debían ser concretas paro encerrar también una situación genérica, relevante para la comunidad de oyentes.
La llamada, muchas veces repetida dos o tres veces consecutivas y una respuesta, se consolidó como la estructura expresiva más popular y efectiva.
Los temas iban desde asuntos cotidianos como las relaciones sentimentales o el trabajo duro y la falta de libertad, hasta asuntos religiosos o irracionales.
El tono a veces era sombrío, a veces desafiante y en otras ocasiones humorístico. Cada intérprete utilizaba sus expresión personal para comunicar unas experiencias que eran tanto individuales como reconocibles por un colectivo, su comunidad.
La insinuación y los juegos de palabras, combinadas con el relato directo de una queja o un deseo, eran formas que podían adoptar las letras de las canciones blues. Había más variedad de la que no podamos imaginar y los distintos músicos o cantantes utilizaban sus propios códigos y estilos en ellas.
Robert Johnson y el diablo del Delta
El Blues rural fue un género practicado por campesinos donde un cantante, generalmente masculino, recitaba sus canciones con acompañamiento musical o sin él.
Un violín, guitarra o banjo eran los instrumentos que utilizaba el mismo cantante para acompañar a la melodía y la letra, aunque muchas veces, la voz y la actuación eran las únicas protagonistas.
Esta música, considerada folclórica debido a su trasmisión básicamente oral, ha llegado hasta nuestros días gracias a algunas grabaciones rudimentarias, así como los nombres de algunos de aquellos cantantes-personajes como Blind Lemon Jefferson, Huddie Leadbetter «Leadbelly» o Robert Johnson.
Este último se ha convertido en el bluesman rural más conocido en la actualidad gracias a recreaciones de su vida y obra en formato musical y cinematográfico.
Su estilo, encuadrado en el llamado blues del Delta del Mississippi, esta a medio camino entre el blues rural y el urbano que se desarrolló con posterioridad.
Intensidad en la interpretación, humor, irregularidad en el ritmo y una actitud predicadora pero no religiosa llevaron a crear una leyenda acerca de su figura: músico itinerante, problemas amorosos, premoniciones oscuras e incluso, un pacto con el diablo en un cruce de caminos.

El Blues clásico
El llamado Blues clásico se desarrolló en los espectáculos de minstrel y los teatros negros. Eran una especie de género teatral musical, que combinaba la ópera inglesa con la música de origen negro.
Lo más curioso de estos espectáculos es el hecho de que siempre estaban representados por actores blancos, que pintaban sus caras de negro para interpretar canciones y bailes imitando a los negros, de forma cómica y con aires de superioridad. Cuando, ya a partir de 1855, comenzaron a actuar actores negros, ellos mismos tenían que responder al estereotipo instalado, incluso pintándose la cara.

Allí se desarrolló el llamado blues clásico, un blues adaptado para el mundo del espectáculo, generalmente interpretado por mujeres afroamericanas, que transportó el género rural a las ciudades y a una forma y estilo algo distinto, que los estudiosos llaman blues urbano.
Gertrude «Ma» Rainey, Bessie Smith, Ida Cox o Ethel Waters fueron algunas de las vocalistas más conocidas de aquel estilo. Aunque Louis Armstrong o Big Joe Williams también participaron en aquellos espectáculos con parecidos repertorios.

El Blues urbano
En la segunda parte del decenio de 1930, con la proliferación de orquestas de baile y grupos más pequeños, así como el desarrollo de las ciudades y la emigración interior de los afroamericanos provocó la expansión y evolución del viejo blues. Estaba naciendo el Blues urbano.
Una mayor sofisticación musical con arreglos y riffs típicos de las Big Bands, protagonismo del saxofón y metales y una ejecución vocal más libre y rica en su fraseo son algunas de las características distintivas de este nuevo género.
Primero en Kansas City y el suroeste estadounidense, donde los cantantes de las orquestas lideraban un espectáculo musical y de baile completo. Jimmy Rushing, «Hot lips» Page o Joe Turner eran algunos de los cantantes más conocidos.
Después Memphis y Chicago, después de la Segunda Guerra Mundial, en la década de 1940, vertebraron la expansión y desarrollo del blues urbano. Con grupos musicales más pequeños y la presencia de la batería o instrumentos eléctricos como la guitarra , en estas dos ciudades floreció el estilo de blues moderno que más o menos podemos escuchar hoy en día en los clubs de casi cualquier ciudad del mundo. De Chicago surgió, por ejemplo, un tal B. B. King.
Desde el pasado hasta el futuro
La influencia del blues en la música occidental ha sido y es espectacular. Géneros musicales como el Ragtime, Jazz, Rhythm and blues, Rock and roll, Funk, Heavy metal, Hip-hop, Country y Pop han bebido del maná del blues, en alguna medida.
Estas influencias tan importantes han contribuido en el desarrollo de la música popular estadounidense y occidental. Y parece que esto ya no va a parar.
El blues ya se ha infiltrado en todos nosotros, ya sea directamente o a través de los géneros que ha ido impregnando a lo largo de los años, generación tras generación, y va a acompañarnos de un modo u otro durante mucho mucho tiempo. Tal vez, para siempre.