Si hay un momento crítico, difícil y, a veces, doloroso, en el proceso de escribir una canción, es el de decidir que ya está terminada, que puede ver la luz y ser escuchada como una obra completa por cualquiera, por el mundo entero, si así lo queremos. Ese momento, a menudo, esta rodeado de dudas, de preguntas, de miedo, incluso, por si le falta algo, por si podríamos mejorarla y, por supuesto, por si va a gustar o no.

Vamos a hablar de ese momento delicado y liberdor, al mismo tiempo. Vamos a entender qué situaciones se suelen dar en él y cómo afrontarlas.
El proceso de escribir canciones
¿Cómo escribo una canción? Bien, es un tema recurrente en esta web y puede verse desde diferentes ángulos. Pero, cuando ya estamos en marcha y los elementos han ido apareciendo y han econtrado su sitio, cuando parece que ya todo encaja, entonces, ¿es suficiente?
El propósito que nos hizo ponernos a componer, la idea que le dio forma y el desarrollo que fue aglutinando lo necesario en un papel o en un programa de algún ordenador o computadora, todo ese proceso conduce al momento final, a la decisión de dar por terminada una obra.
Aunque existen muchísimas maneras de escribir y dar por concluida una composición, tal vez la mejor forma de hacer todo esto es tener en cuenta el propósito, la intención que nos hizo empezar esta aventura artística.
¿Porqué estamos escribiendo esta canción concretamente?
Responder a esta cuestión con claridad es una enorme ayuda a la hora de elegir qué incluir en ella y que no, por supuesto. De esta manera, además, tenedremos más garantías respecto al sentido global de lo que estamos diciendo y del discurso musical que estamos armando.
Pero saber esto y tenerlo en mente, también nos dará una información muy valiosa y será una guía poderosa para decidir cuando ya es suficiente, cuando podemos considerarla completa y terminada.
Es el primer y más valioso recurso de que disponemos al escribir una canción: qué queríamos decir en ella, qué perseguíamos conseguir con esa música, con esos versos.

Dudas al terminar una canción
Podemos cuestionarnos tantas cosas: la letra es suficientemente buena, la melodía se podría mejorar, o el ritmo o los acordes o la misma música de esa canción estarán a la alura, …
Vamos a mencionar brevemente cuatro asuntos que pueden impedirnos terminar una canción:
- Habilidades
- Bloqueo creativo
- Perfeccionismo
- Falta de inspiración
Nuestras habilidades, experiencia (o la falta de ellas, más bien) son uno de los elementos clásicos que alimentan las dudas y a inseguridad. ¿Tengo lo necesario o lo suficiente para convertir esta canción en una buena canción? La respuesta: nunca lo sabremos. Este momento es el que es, tienes lo que tienes y con eso vas a terminar tu canción. Si quieres aumentar tus conocimientos o habilidades tienes que seguir con tu aprendizaje, no hay más. Y sólo se aprende a escribir canciones de una manera: haciendo canciones.
Los bloqueos son otra situación habitual para los compositores de música y canciones. Tener esa sensación de que falta algo y que no sabemos qué es o no damos con ello, la parálisis por análisis o el ahogo en las expecativas o comparaciones con otras obras se meten regularmente en nuestro camino. La solución más sencilla: vete a dar una vuelta, que te de el aire o dedícate a otra tarea o canción y regresa a esta más adelante. No fuerces la situación, puede llegar a ser peor de esa forma.
El exceso de perfeccionismo también suele acompañarnos cuando escribimos canciones. Ya sea porque tenemos un objetivo idealizado o porque estamos obsesionados con ser mejores cada día, por ejemplo, podemos entrar en un bucle de autocorrección infinito. Deja de cuestionarte todo lo que hagas, el progreso o la mejoría no es nunca una linea recta ascendente sino más bien una curva que sube y baja. Permítete la imperfección porque, al fin y al cabo, todo el mundo es imperfecto ¿no?
Y la inspiración, cómo no. La falta de ella, en concreto. ¿A quién no le ha atormentado esto alguna vez? Hay tanta literatura relacionada con las musas, con el proceso mágico de la creación, que es casi imposible no sentirse influido por todas esas historias de ángeles, demonios y demás criaturas fantásticas. Para resolver esto, acudiremos simplemente al maestro Picasso: «la inspiración me encuentra siempre trabajando». Podemos decirlo más alto, pero no más claro.
Son, a menudo, cuestiones entrelazadas, que se suman y nos sumergen en la confusión, en la inseguridad y la parálisis.
Actuemos sin piedad contra ellas. No dejemos que nos detengan.

El abandono
Y sí, finalmente, debemos abandonar nuestra canción, tenemos que dejarla ir, tal vez, frágil, imperfecta, mejorable, … es cierto. Pero hay que liberarla y liberarnos de ella también.
¿Quién no se ha dormido y se ha despertado pensando en el proceso de composición de una canción? ¿Quién no ha podido concentrarse en otra cosa mientras una canción a medio hacer reclamaba nuestra atención?
En algún momento, tenemos que abandonarla, darle una oprtunidad, dejar que sea escuchada, compartirla con pocos o con muchos, no importa, separarnos de ella para que pueda realizarse, para que la puedan cantar otras gargantas.
¿Y cuál es ese momento?
Bien, cada cual tendrá su filosofía, sus señales, su costumbre, pero vamos a decir que si llega un punto en que sentimos que ya no podemos hacer más por ella, que le hemos dado lo mejor de nosotros mismos, lo que tenemos en ese instante de nuestra vida, entonces es un buen momento para dejarla ir, para compartirla con el mundo.
Música y letra, letra y música, una canción.
No conviertas la escritura de una canción en un proceso infinito, en una bucle o una tortura. Dale unos días, unas semanas como máximo y, después, si todavía no esta lista, métela en un cajón, en una carpeta y olvídala durante un tiempo.
Tal vez, a pesar de todo tu esfuerzo y dedicación, sientas que todavía no ha llegado al punto que tu quieres para ella. Está bien, no sólo puede pasar sino que sucede continuamente. Hay cajones y carpetas llenas de canciones incompletas.
Ya llegará su hora, la ocasión para terminarla.
Conclusiones
En fin, un momento que, muchas veces, cuesta atravesar.
Decidir que una canción está lista para ser escuchada, tal vez grabada y ofrecida a los oídos del resto de los humanos, puede no ser fácil … pero hay que hacerlo.
Por suerte, no es el fin del mundo, la vida de una persona no depende de esa decisión, así que, no hay que dramatizar ese trance.
Incluso podemos recuperarla más adelante y reescribirla o completarla, sin grandes problemas.
A menudo, la mayoría de esas dudas o miedos se centran en lo que pensaran los otros, los oyentes, los críticos, quien sea. Consciente o inconscientemente, percibimos esa presión por la expectativa comercial, el éxito económico o cualquier tipo de repercusión externa a la misma canción y a nuestro gusto o propósito cuando la estabamos creando.
Es comprensible, cada persona que escuche nuestra composición va a valorarla de alguna manera, va a tener una opinión y, probablemente, va a comunicarla por cualquier medio.
Sí, eso va a suceder, en alguna medida, y va a haber de todo: felicitaciones, indiferencia, críticas constructivas y absurdas, mierda, envidia, admiración, agradecimiento, … de todo.
Recuerdas aquello que rezaba: «es mejor que hablen mal de ti que no hablen en absoluto».
Es una forma de verlo. Hay gente que lo utiliza constantemente, para llamar la atención, por ejemplo.
Pero, en cualquier caso, hay que hacerse a la idea de que estas cosas sucederan, asumirlas o ignorarlas, y concentrarse en lo que es realmente importante: nuestro trabajo, nuestra forma de expresarnos, lo que quema y grita en nuestras entrañas, en nuestro corazón, en nuestra garganta.
Una canción es la visión particular de una o unas personas acerca de cualquier asunto humano. Punto. Y cada visión es un tesoro, una ocasión para reunirnos alrededor de una sensibilidad concreta, de pasar un rato juntos con otros semejantes a nosotros, de disfruar de algo parecido a la armonía por unos instantes, en este mundo tantas veces desagradable, doloroso y absurdo.
Escribe tu canción y aleja todo lo demás.