Si hay algo en el mundo de la música que todos y todas hemos sentido claramente en nuestra vida es la melodía.

Si pensamos un momento en ello, nos daremos cuenta de que ni siquiera hace falta abrir la boca para producir una melodía. Es increíblemente fácil para cualquiera, personal, íntimo.
Un silbido despreocupado, un tarareo o un simple murmullo con algo de entonación contiene melodías o parte de ellas. El mismo hablar, la forma de expresarse de cada cual, los diferentes idiomas, … prácticamente todo lo que se genera en nuestra garganta y sale por nuestra boca es o puede ser una melodía.
¿Qué son las melodías?
Podemos decir que una melodía cualquiera es una sucesión de sonidos con unas características rítmicas y tonales definidas, que percibimos como una unidad, con un inicio, un desarrollo y un final.
La melodía sucede a lo largo del tiempo, una nota después de otra, un silencio aquí y allá. Es habitualmente, el elemento más destacado de una composición musical, lo que vamos a recordar, muchas veces, en primer lugar, y lo que va a transportar a la letra de una canción, si es que la tiene.
Las melodías son, en una gran parte, las canciones mismas, el elemento musical clave.
Elementos melódicos
Pero, aunque nosotros percibamos las melodías como una unidad, como algo con un recorrido y con un sentido en sí mismas, también podemos identificar en ellas elementos más pequeños, algunos componentes que las hacen posibles, las organizan y las relacionan con el resto de la música de las composiciones donde aparecen.
Algunos de los elementos melódicos más importantes son:
- El sonido
- Las notas
- Las células o motivos
- Las frases musicales
Vamos a verlos un poco en detalle.
1. El sonido
Lo primero que hay que tener en cuenta en una melodía es que estamos hablando de sonidos. El fenómeno físico por el que el aire vibra, transportando impulsos sonoros, entra en nuestro oído y en nuestro cerebro y escuchamos, es la base indispensable para que podamos percibir melodías.
Cuando pensamos en música, como algo general, o en una melodía concretamente, no solemos poner atención en esto, lo damos por sentado, por obvio, pero la verdad es que la carácter sonoro de una melodía y sus características pueden ser muy importantes a la hora de escucharla, entenderla y recordarla.
2. Las notas
Y estos sonidos musicales, es cierto, no acostumbran a ser sonidos cualquiera. Aunque distintas formas de ruidos pueden formar parte de una grabación musical, estos suelen tener un papel complementario en la estructura armónica o el discurso melódico de las canciones, especialmente.

Los sonidos musicales básicos son las notas. Una nota es, en resumen, una altura o afinación sonora y una duración determinada.
La altura solamente, el hecho de escuchar un Do o un Mi, aisladamente, no lo convierte en música. Ni siquiera escuchar una escala musical como la de Do mayor, de una manera mecánica, tampoco transmitirá mucha sustancia como artefacto musical.
Igualmente, una nota larga o corta, marcada o suave, por sí sola, no es música. La combinación repetida de sonidos variados ya va a empezar a ser música, una forma de ritmo, pero tampoco va a tener un valor melódico por sí mismo.
Para crear melodías debemos combinar de un modo preciso alturas y duraciones de notas, además de silencios, no lo olvidemos. Tenemos que respirar.
3. Las células o motivos
Estas notas, probablemente, antes de ser una melodía completa ha pasado por una fase de tentativa, de búsqueda de sentido interno.
Recordemos que la música, en sí misma, no tiene ningún significado. La nota que llamamos Do central de un teclado no significa «casa» ni «árbol» ni ninguna otra cosa. El sentido de la música se crea gracias a las relaciones entre los elementos que la conforman y la educación musical de cada persona. Finalmente, el significado, si es que lo llega a tener, se lo da cada oyente al escucharlo.
El primer eslabón del sentido musical pueden ser unas pocas notas, con una relación determinada entre ellas, y que van a definir el resto de la melodía donde aparezcan. Se van a repetir, se van a transformar, se van a ampliar de distintas maneras. A esto le llamamos célula o motivo musical.

4. Las frases musicales
Cuando esos motivos musicales se rodean de algunas notas más, de forma que podemos cantarlas y entenderlas como un pedazo de música, que ya tiene un sentido por sí misma, que completa un pequeño viaje musical, podemos decir que estamos escuchando una frase musical.
Aunque muchas veces la terminología que utilizamos para explicar conceptos o ideas puede llegar a complicar una cosa sencilla, en este caso, utilizar la palabra «frase» del contexto lingüístico, nos ayuda a entender ese fragmento de una melodía que, aunque se sostiene a sí misma y se puede cantar con sentido, todavía necesita de otras frases para conseguir una variedad suficiente y una unidad musical o narrativa, si queremos decirlo así.
La línea melódica
Y, finalmente, cuando combinamos dos o más frases musicales de una forma concreta obtenemos nuestra querida melodía.
Si la hemos construido bien, si la hemos escuchado con atención, tendremos un hilo sonoro con sentido, un viaje sensorial, algo diverso que suena como un conjunto.
¿Melodías buenas o malas? Eso es otro asunto. El elemento subjetivo pesa muchísimo a la hora de valorar las obras artísticas. También cuenta el bagaje musical de cada cual, las influencias y los géneros que preferimos, incluso el momento preciso en que escuchamos una nueva melodía.
Lo que todas tienen en común, o deberían tener, es una evolución, un contraste interior que se va a convertir en expresividad, en comunicación y que, desde el mundo académico especialmente, la famosa teoría de la música, se acostumbra a llamar desarrollo melódico.

Conclusiones
En el fondo, a todos nos gustan las melodías.
Las más simples y las más retorcidas, las predecibles y las extrañas, todas tienen su lugar, su espacio, gargantas dispuestas a entonarlas.
Algunas personas que escriben canciones sueñan con la melodía perfecta, aquella que va a seducir a cualquiera que la escuche pero, en realidad, no existe algo así.
La diversidad en la música es algo inacabable. Cambian los gustos, cambian los estados de ánimo y cambian las melodías. Tantos géneros y estilos musicales. Y cuando todo encaja y una canción se mete en nuestra cabeza y alcanza nuestras entrañas, entendemos la magia del canto y la música, sentimos que la comunicación y la empatía es posible, que nuestro corazón esta conectado con otros en el mundo.
Y en ese momento, las cosas tienen sentido y vale la pena vivir y gritar y cantar y seguir temblando. Aunque sea sólo por un instante.
Escuchemos. Cantemos. Hagamos melodías.