No sabes muy bien porqué pero tu pie se ha empezado a mover. Tu cuerpo nota una sensación particular, una pulsación, se ha activado algo en ti. Escuchas algo que llaman música. El ritmo nos reclama y nosotros respondemos.
¿Existe algo más poderoso que esto?

Ritmos y canciones
Pero, aunque pensemos en el ritmo como algo único, en realidad, habitualmente estaremos hablando de uno de los muchos ritmos que el ser humano ha ido inventando a lo largo del tiempo.
Uno dirá que le gusta el ritmo del Funk, otra que prefiere la Bossa nova y el de más allá se inclinará claramente por algún beat de Hip hop old school.
Estos ritmos son una pieza esencial tanto en las piezas instrumentales como en la música de las canciones.
¿Qué es el ritmo musical, entonces?
El ritmo como concepto musical, hace referencia a elementos sonoros que se repiten con algún tipo de regularidad. Consiste, en resumen, en patrones generalmente percusivos, que escuchamos, reconocemos en su repetición y finalmente podemos anticipar en el tiempo.
En este tipo de patrones recurrentes podemos identificar un puñado de elementos que se combinan en lo que conocemos como ritmo.
Vamos a ver algunos de ellos.
El pulso y el acento
Si hablamos de patrones que se repiten tiene que haber algo que los fije temporalmente y los haga estables en el tiempo. Para ello, utilizamos la idea del pulso.
El pulso musical no es otra cosa que una referencia sonora o no, generalmente regular, que divide el tiempo musical en partes iguales.
Pero ese pulso es difícil mantenerlo igual y, de una forma natural, acostumbramos a marcar más unos que otros. A esos pulsos más fuertes o intensos les llamamos acentos.
La métrica y los compases
Si os habéis interesado alguna vez por la terminología y los conceptos musicales, probablemente hayáis escuchado la palabra «métrica» en ese contexto.
La métrica musical se refiere a estas combinaciones o patrones de pulsos acentuados y no acentuados, fuertes y débiles, que sirven de base y de referencia para el resto de elementos rítmicos de una pieza musical.
En concreto, la métrica da un nombre genérico a esos patrones de pulsos débiles y fuertes que se mantienen, con más o menos presencia sonora, bajo lo que efectivamente escuchamos en las canciones y la música en general. Nos referimos a los compases.
Cada compás será, entonces, una combinación determinada de pulsos acentuados y no acentuados que sirven de referencia para los elementos sonoros que escuchamos en prácticamente todas las piezas musicales.
Un compás de 3/4 contendrá tres tiempos, generalmente, el primero fuerte y el segundo y tercero débiles.

Un compás de 4/4 constará de cuatro tiempos y, en principio, el primer tiempo será fuerte, el segundo y el cuarto débiles, y el tercero, tal vez semi-fuerte.
Pero si, por ejemplo, un 4/4 va a tocarse con swing, la estructura de acentos cambiará y los pulsos fuertes serán el segundo y el cuarto de cada compás.
El tempo
Y estos pulsos, como hemos dicho, y estos compases, en definitiva, pueden seguirse a distintas velocidades, por decirlo así. Para designar la frecuencia concreta que debe seguir la interpretación de una obra musical utilizamos la palabra tempo.
Durante siglos, estas distintas velocidades recibían nombres que definían frecuencias aproximadas. Lento, andante o presto, por ejemplo, eran instrucciones que informaban a los directores o intérpretes de turno de que la pieza o pasaje musical que seguía debía tocarse despacio, a media velocidad o rápido.
Habréis oído hablar de un aparato llamado metrónomo, que fue inventado para medir y marcar esos distintos pulsos y velocidades de una forma más exacta y estable.

Con ellos, las anotaciones de tempo musical pasaron a utilizar las pulsaciones por minuto, o beats per minute (bpm), en inglés, para indicar concretamente la velocidad de interpretación de cada canción o pieza musical. Así, una indicación de 70 bpm indica un tiempo lento y una de 200 bpm uno muy rápido.
Las figuras musicales
Pero claro, cuando la música suena no sólo se están tocando los pulsos de los compases. Las canciones y las obras musicales consisten en una variedad de impulsos sonoros, de duraciones, de alturas y de intensidades.
La notación musical se ocupa de representar toda esta información de la forma más fiel posible.
¿Y cómo lo hace? Con las famosas figuras rítmicas o musicales.
Aunque a veces se confunden con las notas, en realidad, las figuras musicales como tal sólo tienen un valor temporal y no designan ninguna altura o tono determinados.
Así, las negras serán habitualmente las que coincidan con el pulso del tema y suenen hasta el siguiente, un tiempo completo, si ningún otro signo musical indica otra cosa. Las blancas abarcaran dos tiempos. Las corcheas medio tiempo. Y así el resto de posibilidades temporales tendrá sus figuras correspondientes.

Conclusiones
Y con estas referencias, con lo que hemos escuchado en nuestras vidas y con nuestra vibración interna, con todo eso cantamos, bailamos, tocamos instrumentos, hacemos música y escribimos canciones.
En esta pequeña introducción al ritmo musical, sólo hemos acariciado la superficie de un mundo maravilloso, de un abismo sonoro casi inagotable, de algo más íntimo para nosotros de lo que podríamos imaginar.
Los compositores y compositoras, los intérpretes de cada época y de cada cultura, han ido creando música y canciones, a través de los siglos, y han ampliando las posibilidades rítmicas, las soluciones para expresarnos a través de este arte antiguo, pero bien vivo.
Compases de todo tipo, instrumentos de percusión, sonidos sintetizados, claves, palos, … cientos elementos y combinaciones se han utilizado para crear música de todo tipo. Géneros y estilos musicales se han construido sobre ritmos sencillos pero efectivos, que la gente sin una gran cultura musical ha podido disfrutar y utilizar para comunicarse, para conocerse a sí misma.
Incluso escribir la letra de una canción implica proponer algún tipo de movimiento sonoro, en la duración y desarrollo de los versos, en la rima; una capa más en el tejido rítmico del conjunto de la composición.
El ritmo es una herramienta increíblemente poderosa. Podríamos decir que es más fuerte que nosotros mismos, que se apodera de nuestras piernas, que es capaz de modular los latidos de nuestro corazón.
El ritmo es, seguramente, el nexo más directo que tenemos con la naturaleza. Los ciclos animales, las estaciones, nuestro planeta dando vueltas al sol, nuestra constelación gravitando en el universo. Fenómenos recurrentes, ritmos, algo que podemos reconocer como nuestra propia vida.