Muchas personas han fantaseado durante su vida con la idea de componer canciones. Y un buen puñado de ellas, en un momento u otro, lo han intentado. Sí, entre estas personas encontramos a los llamados songwriters o escritores y escritoras de canciones. Pero, ¿porqué decidieron crear un objeto artístico de este tipo? ¿Qué les empujó a componer una canción?

Si quisiéramos hacer una lista con las motivaciones que pueden conducir a un humano a ponerse en la situación de reunir letra y música en una única composición, probablemente obtendríamos una muy larga. Pero, si algo es cierto, es que cada persona que escribe canciones o aspira a hacerlo tiene sus propias razones, sus valores, sus principios y quiere conseguir algo al componerlas.
Los motivos
Cada cabeza es mundo, como se suele decir, y cada corazón un cielo o un abismo, entonces, cuando preguntas a alguien que escribe canciones porqué hace lo que hace, es fácil escuchar generalidades del estilo «para expresarme», pero también respuestas más concretas como «para luchar por un ideal», o «conseguir fama y dinero» o, sencillamente «para ligar más».
No voy a discutir los motivos de cada cual, ni mucho menos a considerar mejores o peores estos o aquellos propósitos. En mi opinión, sea cual sea tu objetivo, componer una canción es una de las mejores cosas que puedes hacer. De hecho, si no lo has probado aún, te invito a hacerlo. Vas a descubrir un mundo fascinante.
Beneficios de conocer nuestro propósito
Retomando la cuestión, conocer el o los motivos que nos han conducido a escribir una canción o a querer hacerlo es mucho más que un asunto filosófico o una curiosidad.
Los procesos creativos tienen la peculiaridad de moverse en un terreno abierto, de estar orientados a explorar la novedad en las formas y, hasta cierto punto, romper las reglas establecidas.
Componer música o canciones, aunque puede repetir fórmulas sonoras más o menos ya tratadas en el pasado, suele aspirar a ofrecer un visión distinta de un tema o una idea universal, incluso en estilos revisionistas.
Una canción de amor o reivindicativa o de cualquier otro tipo, generalmente sonará distinta, en su letra y su música, a otras canciones anteriores que se centraron en esas temáticas y tratará de conectar con los gustos de la gente y el espíritu de la época en que se componga.
Pero, incluso así, hay tantas posibilidades y tantas ocasiones para perderse por el camino.
Voy a comentar dos aspectos prácticos en los que nuestras motivaciones como compositoras y compositores van a ayudarnos mucho.
El foco
Una de los principales beneficios de tener claro nuestro propósito a la hora de escribir canciones es el foco.
Focalizar nuestra atención y nuestro esfuerzo exactamente en lo que estamos haciendo y no en otras cosas, por muy relacionadas que estén, va a convertir la jungla del pensamiento creativo en algo más parecido a un camino por el bosque.

Situaciones habituales como distraerse o procastinar, o como probar y probar elementos y sonoridades sin una dirección definida, perder el tiempo y las energías, en definitiva, van a ser mucho más fáciles de evitar si sabemos con algo de precisión porqué estamos haciendo lo que estamos haciendo.
Organizar nuestro tiempo de trabajo mejor, detectar y aprovechar las ideas que vayan surgiendo o conseguir que el proceso creativo sea más fluido y terminar, por ejemplo, con mayor frecuencia y seguridad nuestras obras, son algunas de las consecuencias de saber el porqué nos pusimos a escribir una canción.
Las decisiones
El otro asunto relacionado que se verá beneficiado si somos conscientes de nuestros propósitos es la toma de decisiones.
Si algo hay absolutamente crucial e inevitable en el arte de escribir canciones es el hecho de que estamos obligados a decidir constantemente.

Cuestiones como más largo o más corto, más denso o más ligero, más directo o más indirecto y muchas muchas más son el pan de cada día de las actividades creativas y una fuente inagotable de inseguridad y dudas.
Tener bien presente porqué estamos haciendo canciones y porqué estamos componiendo esto o aquello en particular, nos va a facilitar enormemente la elección de una solución frente a otras en el infinito mundo de las posibilidades artísticas.
Preguntándonos qué queremos de nuestra canción o en qué entorno va a tener que desenvolverse cuando se dé a conocer, vamos a aclarar muchísimo el paisaje y podremos vislumbrar con más eficiencia y eficacia qué y cómo debe ser cada pieza de nuestras composiciones.
Elegir una nota o un acorde de la música, concretar la estructura de un tema o definir el sentido o el tono de la letra de una canción va a ser mucho más fácil con este detalle en mente.
Conclusiones
Si estás pensando que no eres capaz de escribir una canción o que es más fácil decirlo que hacerlo, tengo que decir que estas en un error.
Te voy a poner un solo ejemplo. ¿Has silbado alguna vez una melodía? ¿Has tarareado una canción que tan sólo recuerdas a medias y la has completado a tu manera? Si la respuesta es sí, tengo que informarte de que has estado componiendo sin saberlo.
Lo creas o no, estos juegos, estos intentos, estas improvisaciones son el día a día de los profesionales de la composición musical, son la fuente de ideas para nuevas obras y también una parte de lo que conocemos como el arte de escribir canciones.
Lo que distingue a un aspirante a compositor y a un profesional es la práctica y un puñado de conceptos que se aprenden por el camino. Nada más. Ni siquiera la inspiración, ni los medios de cualquier tipo.
Y todo el mundo tiene sus razones, no lo olvidemos. Y esas razones son, prácticamente siempre, las respuestas a nuestras dudas, a la confusión, a las mil preguntas que surgen en el proceso de crear, de hacer algo valioso no sólo para nosotros sino también para otras u otros, para explicar y cantar con sentido esta existencia humana que tan a menudo perece no tener sentido.
Piensa en tu propósito y déjate guiar por él. Al final de ese camino está esperando tu próxima canción.