¿Cuántos de tus deseos, propósitos o ideas llegan a materializarse? ¿Cuántas canciones, grabaciones o lanzamientos musicales consigues hacer, realmente?
Cada cual tendrá su respuesta. Unas más fieles a la realidad y otras claramente piadosas o inciertas.

Vamos a ver un poco el proceso básico que seguimos, una versión sencilla y hasta simple de cómo acostumbran a suceder las cosas, generalmente, cuando escribimos canciones, por ejemplo, y en tantas otras tareas. Además, intentaremos descifrar el misterio que, a menudo, nos permite llegar al final de una composición enteros y, si no satisfechos, por lo menos, conformes con lo realizado.
Vamos allá.
Querer
Empieza la película. Sentimos algo especial en nuestro interior, una necesidad de expresarnos, un impulso, un deseo, queremos escribir una canción o grabarla, o lo que sea.
Cómo me soléis decir a menudo en correos electrónicos o en videollamadas, “quiero escribir canciones”.
Bien, perfecto. Un deseo, muchas veces un impulso poco concreto, … porque, escribir canciones, sí, pero qué, exactamente. ¿Letras, melodías y música o canciones completas, maquetas, producciones profesionales, un disco, un single?
Querer implica casi siempre objetivos generales que deben ser depurados, que tienen que definirse de una manera más clara para que los pasos siguientes se den en una dirección lo más precisa posible.
Si, en este momento, quieres hacer algo muy concreto, perfecto, ya tienes la primera parte completada.
En los casos más difusos, cuando me escribís o me decís quiero escribir una canción, siempre os pido más detalles, no sólo de lo que deseas hacer sino también de tus puntos fuertes, de tus habilidades y conocimientos, de la experiencia que puedas tener de intentos anteriores, si los hubiera.
Necesitas saber desde donde empiezas, a qué distancia estás de poder convertir lo quieres hacer en algo que puedas realizar.
Necesitamos saber esto porque, lo que concretamente queremos hacer debería ser factible y realizable en un periodo más bien corto de tiempo, y los recursos necesarios deberían estar disponibles o determinar cómo los vamos a conseguir.
Entonces, puede que tu deseo sea componer un disco, por ejemplo, muy bien, pero para ello se necesitan ciertas habilidades y, en cualquier caso, esa aventura empìeza por la primera canción, igual que esa primera canción comenzará con el primer verso o texto en bruto, o las primeras notas o tarareos, o los primeros acordes y ritmos.
Para empezar, entonces, necesitamos un objetivo claro y definido, y ponernos en acción.
Lo necesitas para que el impulso de escribir una canción en cualquiera de sus formas pueda echar a andar con garantías, en primer lugar, es definir claramente qué quieres hacer.
Si lo que quieres llevar a cabo está muy lejos de tus recursos o habilidades actuales, debes buscar un querer, un objetivo más asequible y realizable, a corto plazo, como una etapa del proyecto mayor que, ahora mismo, no puedes afrontar.
El disco llegará a su tiempo. Empieza por una canción, por ejemplo.
Ese es el primer paso.

Pensar
Después de ese querer, que ya ha implicado también algo de pensar, por supuesto, entramos en otra fase, más analítica, más estratégica si queréis, que yo para el objeto de este programa he llamado pensar.
En esta fase, tenemos que dejar un lado, aunque sólo sea por un corto espacio de tiempo, la subjetividad, el calor de la inspiración y dedicarnos a establecer todo lo necesario para que ese querer se llegue a hacer.
Ha llegado el momento del plan.
¿Qué necesitamos exactamente para llevar a cabo lo que queremos hacer?
La respuesta a esta pregunta es el principio del plan de acción.
Para confeccionarlo apropiadamente y que nis dé resultado necesitamos, al menos, detallar unos requisitos y unas acciones
En los requisitos
¿Tienes los instrumentos o herramientas necesarias? Dispongo un espacio adecuado para hacerlo? Tengo un tiempo disponible para dedicar a esta tarea?
Tenemos que ser exhaustivos y ser conscientes de todo lo que vamos a necesitar, tanto materiales como el tiempo y el lugar que precisaremos, y también pensar en cómo vamos a organizarnos para que podamos encajar esos requisitos y completar lo que queremos hacer.
Sabemos dónde vamos a trabajar? Sabemos cuando lo haremos? El entorno es el adecuado, no hay mucho ruido o distracciones?
Estos detalles son importantes y si uno de ellos no encaja piuede dar a l traste con todo el plan y el proyecto.
En las acciones
La segunda parte del plan es concretar las acciones en tiempo y lugar, y si implica a varias personas quién va a hacer qué, cómo y cuándo.
Esto significa que vamos a determinar exactamente qué, cuándo y cómo vamos a ponernos a trabajar, a redactar la letra, o a cantar, o a practicar un tipo de acordes o técnica interpretativa, o a componer.
Repito. En qué momento del día o de la semana, qué días, en qué horas, dónde, … todos estos detalles deberían estar establecidos para que, llegado el momento del hacer, sólo tengamos que llegar al lugar y ponernos a trabajar inmediatamente.
Es el momento de agarrar el calendario y comprometernos personalmente a cumplir el plan.
Por supuesto, el material lo más accesible y preparado posible y el tiempo, de la myor calidad posible también. Silenciar el teléfono, buscad una cierta tranquilidad y que no os interrumpan en ese espacio de tiempo.
Todo esto te facilitará las cosas y mejoraran los resultados.

Hacer
La organización y el compromiso son los pilares para que aquel deseo inicial llegue a buen puerto y se convierta en una realidad.
Pero no somos máquinas, claro, y existen los imprevistos, los errores de cálculo, por supuesto, y es normal que sucedan cuando pasamos de la teoría a la práctica.
Pensar bien un plan y tenerlo claro funciona como un salvavidas, como una brújula, como un mapa.
Podemos y debemos ser un poco flexibles, pero cuidado, siempre conscientes de esa flexibilidad, siempre con un ojo en el plan, en el compromiso que hemos establecido con nosotros mismos.
Si llega la hora de trabajar y no tienes ganas, ponte a trabajar. Hay que vencer esas barreras. Al fin y al cabo, es lo que tú quieres hacer. Si lo consigues, si atraviesas esa resistencia, verás que en unos pocos minutos puedes estar en un estado anímico completamente distinto, incluso en trance o claramente en un buen flujo de inspiración.
Date esa oportunidad. Conóce a tu yo creativo, llámalo, ábrele la puerta. Está esperando dentro de ti, libéralo.
Repito, una vez más, durante estos procesos, nos vamos a encallar, a desviar, a frustrar, seguro, y el plan estará ahí para rescatarnos y mostrarnos cómo volver al buen camino.
Si no estamos cumpliendo el plan, por la razón que sea, que es muy posible, volveremos atrás y adaptaremos el plan a otro que se pueda ejecutar. El plan nos va a devolver a nuestra propia senda rápidamente y va a evitar, en buena medida, que demos vueltas y vueltas a las mismas cosas, o nos despistemos, o procrastinemos, y perdamos tiempo y energía en asuntos menos importantes o absolutamente irrelevantes.
Pero, atención, tampoco es cuestión de estar modificando el plan constantemente.
En resumen, hay que demostrar que esos que queremos hacer es un deseo auténtico, sincero y poderoso, cómo? pues realizándolo. no hay una prueba mejor.
Puedes establecer una agenda semanal con lo que quieres hacer ordenado e ir marcando lo que vamos haciendo realmente.
Puedes utilizar sistemas de organización y eficiencia como el Time blocking o time boxing, que consiste en bloquear en tu calendario bloques de tiempo con tareas específicos que realizar en ellos o el método Getting things done, es decir, haciendo las cosas, otro sistema basado en listas de tareas. No importa, elige el que quieras, el que sea, pero necesitamos un plan específico y detallado, y por supuesto, cumplirlo.
Es muy conveniente poner unos límites de tiempo, una fecha en la que esto o aquello debería estar concluido.
Tienes que ser tu propio auditor. Si queremos hacer algo es obligatorio ser sinceros con nosotros mismos y si algo no funciona, tenemos que ser capaces de replantearlo, ajustar lo que no esté dando resultados y volver a la carga.
La fase que he llamado “hacer” consiste básicamente en pasar a la acción.

Conclusiones
En definitiva, hay que pasar estas tres fases para conseguir llevar a cabo algo.
Tienes un deseo. Muy bien.
Ahora necesitas establecer un plan, identificar requisitos y detallar acciones. Y, una vez hecha la planificación, pasar directamente a la acción.
Adicionalmente, tenemos que preguntarnos regularmente ¿estamos cumpliendo nuestro plan?
Esta forma de verlo es, en realidad, una reducción de todo lo que puede llegar a pasar en un proceso creativo efectivo, por supuesto, y se podría estructurar de otras maneras, seguro, pero analizarlo de esta manera nos sirve para entender mejor el viaje de un deseo compositivo desde que sentimos la necesidad o las ganas de realizarlo hasta que está terminado.
Lo que va sucediendo en nuestro interior es, en parte, un misterio, ya lo sabemos, y no se puede explicar completamente.
La intuición, el carácter de cada cual en cada momento, las circunstancias externas y muchos más factores pueden influir en este trance pero, como en otras ocasiones, vale la pena centrarse en lo que podemos reconocer y hasta cierto punto controlar o moldear a nuestro favor y dejar a un lado lo que está fuera de nuestros dominios.
Y, como hemos visto, una fase conduce a la otra inevitablemente.
Hay que querer, de alguna forma, en alguna medida, para ponernos a pensar en ello, a imaginar posibles caminos o estrategias e incluso planear una estrategia y unos pasos determinados.
Y esos pensamientos, esos esquemas mentales, análisis, hipótesis, tienen que concretarse para llegar a la acción, al hacer efectivamente, a ejecutar algún tipo de plan y realizar aquel deseo o propósito inicial.
Visto desde cierta perspectiva, querer hacer algo es lo más importante, ya que es lo primero, la chispa, el empuje inicial.
Pero no debemos olvidar que pensar, lo que es pensar, puede pensar cualquiera y eso no quiere decir que se haga convenientemente, que las ideas, tácticas o expectativas sean factibles, por ejemplo, o estén estructuradas de tal forma que puedan llevarse a cabo según nuestros conocimientos, recursos y circunstancias.
Esta fase suele ser un dolor de cabeza para muchísimas personas y una fuente de frustración cuando no se da con un camino realizable o cuando, sencillamente el objetivo es inalcanzable en la forma o el tiempo previsto.
Y cuando nos ponemos a ejecutar el plan, si es que llega ese momento, muchas veces nos encontramos dando vueltas o en callejones sin salida y la motivación desaparece rápidamente o nos sumimos en pensamientos negativos, asumiendo incluso que no somos capaces.
En fin. Desea, planea y haz.
Es nuestra vida, nuestro breve paso por este planeta, no perdamos el tiempo, no nos desviemos de lo que es importante para nosotros.
Tu voz, tu mensaje, tu aliento tiene que fluir y encontrar una forma que le haga justicia.
No esperes más. Escribe una canción.