La música y las canciones, además de su papel como medio expresivo de los humanos, han tenido desde siempre una función social muy importante.
Ceremonias, trabajo, relaciones personales o batallas de todo tipo, entre muchas otros escenarios, han contado con la presencia destacada de la música desde la antigüedad. Y, con el paso de los siglos, innovaciones tecnológicas como la imprenta o las grabaciones de audio forjaron lo que hoy conocemos como industria musical.

Actualmente, las canciones y la música instrumental tienen una repercusión económica sin precedentes. Directa o indirectamente, generan montañas de dinero que, muchas veces (y eso no ha cambiado con el paso del tiempo), no acaban precisamente en los bolsillos de los artistas.
Veamos hasta dónde llegan los tentáculos de esta bestia parda que es la industria de la música.
Antecedentes
Hasta la invención de la imprenta a finales de la Edad Media, la música era básicamente una arte y una actividad en vivo, basada en la transmisión oral, con alguna excepción en los monasterios, y en la memoria de los músicos.
Para escuchar música alguien debía estar interpretándola en el mismo momento y en el mismo lugar. Por lo tanto, el negocio que pudiera haber estaba completamente relacionado con las actuaciones en directo, conciertos y demás actos con música implicada.
La imprenta y la posibilidad de crear copias con facilidad y fiabilidad, sumado al perfeccionamiento de la notación musical, hizo que un nuevo negocio fuera posible para los compositores: la venta de partituras.
Para sustentar legalmente este nuevo negocio se creó el concepto de propiedad intelectual y el copyright o los derechos de autor fueron la base sobre la que empezó a desarrollarse ese nuevo comercio cultural.
1. Las editoriales musicales
Una de las nuevas empresas que apareció entonces fueron las editoriales musicales. Su función era ocuparse de publicación de las obras, de llegar a un acuerdo comercial con los autores y recibir la parte acordada de los beneficios de su venta.

Los músicos escribían música y las editoriales gestionaban las ganancias procedentes de la venta de copias de sus obras.
Con el paso del tiempo, estas compañías han continuado más o menos con el mismo papel en el entramado comercial de las canciones y la música, pero las vías de ingresos se han ido multiplicando así como la complejidad para localizarlos y gestionarlos.
2. Las actuaciones y conciertos
Teatros, empresas promotoras, ayuntamientos, celebraciones privadas, salas de fiestas, bares musicales, … prácticamente cualquier lugar ha sido y es bueno para escuchar música, para que cantantes e instrumentistas entonen canciones y amenicen o protagonicen eventos sociales.
Y, en algunos casos, esos músicos han percibido dinero, aunque pueda parecer increíble. A veces, han sido y son profesionales de la música los que han interpretado las canciones y piezas instrumentales, y ese ha sido su medio de vida, su sustento además de, probablemente, su pasión.
La música en vivo ha seguido siendo y es todavía una experiencia única y, a veces, también un negocio muy lucrativo, dependiendo de varios factores.
En un mundo ideal, los músicos serían trabajadores como los demás y no tendrían que pedir limosnas o incluso pagar por mostrar su arte, pero ese mundo está todavía lejos de ser posible.
La industria musical moderna
El caso es que, con la invención del fonógrafo, el gramófono y los discos , empezó la edad dorada de la industria de la música.

Con la posibilidad de producir en masa copias de grabaciones de audio y venderlas a un precio asequible para una gran parte de consumidores, el comercio de la música grabado experimentó un crecimiento vertiginoso hasta convertirse en el monstruo de mil cabezas que conocimos en el siglo XX y que, con algunos cambios, todavía sigue vivo en la actualidad.
A los viejos actores del negocio musical, los músicos, las salas y organizadores de conciertos, las editoras musicales se le añadieron nuevas empresas y profesionales.
Veamos algunas de las más importantes.
1. Las discográficas
El nuevo negocio provocó la aparición las empresas especializadas en grabar y producir soportes musicales de audio: los sellos o compañías discográficas.
Discos cera y después de vinilo, cassettes, cd’s o discos compactos y, finalmente, simples archivos digitales de audio sin soporte físico.
Las discográficas buscaban artistas potencialmente exitosos, firmaban un contrato con ellos, costeaban la grabación de sus canciones o su música instrumental y promocionaban su producto por cualquier medio de comunicación que estuviera a su alcance.
Estas empresas eran propietarias de la grabación, por lo general, se repartían con los artistas, letristas y músicos, los ingresos por la venta y por el uso de esas grabaciones en cualquier situación.

2. Las distribuidoras
La distribución de copias musicales era un asunto complejo en el que intervenían fabricantes de los soportes físicos, almacenes, transportistas y puntos de venta final.
Era, probablemente, la parte menos glamurosa de la industria de vender música pero alguien tenía que hacerlo y, como es habitual, donde hay una necesidad hay un negocio y, donde hay un negocio hay alguien dispuesto a hacerlo.
No obstante, el conjunto de compañías o empresas que se dedicaban a completar este proceso, con la llegada de la revolución digital y el desplome de las ventas físicas de música han perdido gran parte de su mercado y su sentido.
Poder reproducir o comprar música por internet sin ningún soporte físico implicado en ello, cambió completamente el escenario de la distribución musical digital y los nuevos servicios de streaming, tiendas virtuales y demás.
Hoy en día, puedes distribuir tu música directamente desde tu casa por cualquiera de los múltiples servicios empresas dedicadas a dar este servicio y, además, a unos precios asequibles. Nada que ver con la distribución de copias físicas.
3. Las tiendas de discos
Los puntos de venta final, las clásicas tiendas de discos del siglo XX, eran lugares de peregrinaje para los aficionados a la música y un punto de encuentro, también.
Los vendedores te asesoraban sobre las novedades o las nuevas propuestas y podías comprar aquellos objetos mágicos, los discos y soportes posteriores, que tenían impresa tu música preferida.

Aquel mundo de cosas físicas, algunas de las cuales eran auténticas obras de arte en sí mismas, se redujo drásticamente con las nuevas tecnologías digitales y, actualmente, sólo algunos auténticos aficionados siguen comprando discos, casetes o discos compactos y, muchas veces, lo hacen precisamente online.
4. Las entidades de gestión colectiva
Estas entidades o sociedades de gestión de derechos de autor se dedican a recaudar el porcentaje de los ingresos derivados de la venta o el uso de las obras registradas como propiedad de un autor o autores determinados.
Reciben de los vendedores o los intérpretes, o los usuarios de las obras registradas de cualquier tipo, las llamadas regalías que, a su vez, redistribuyen entre sus socios según los acuerdos comerciales vigentes.
Así las editoriales musicales, los autores y las compositoras y compositores van recibiendo su parte como gestores y creadores, respectivamente, de esos derechos de la propiedad intelectual.
5. Mánagers o representantes
Los representantes o mánagers de músicos y cantantes se encargan de asesorar en temas económicos, legales o estratégicos e incluso negociar en su nombre contratos de actuaciones o de otro tipo.
Están a cargo de una buena parte de todo lo que no es artístico o musical que afecta al músico personalmente. Es su interlocutor, en ocasiones, alguien supuestamente de confianza que coordina y gestiona los negocios y cobra un porcentaje de los ingresos por ello.
6. Merchandising
Alrededor de la figura de grupos musicales y solistas, cuando llegan atener una popularidad determinada y seguidores fieles, surgen otras vías de ganar dinero que no estan directamente relacionadas con la música en sí misma.
Uno de los recursos de este tipo más importantes y lucrativos es el llamado merchadising. Consiste en la venta de todo tipo de objetos relacionados con la imagen y la marca distintiva del artista o grupo en cuestión.
Ropa, accesorios y casi cualquier cosa puede revestirse con el logo o el rostro impreso de una figura musical y venderse, generando ingresos a menudo importantes.
Otros negocios relacionados con la música
Otras actividades musicales que acaban produciendo ganancias para los músicos son el uso de sus obras en los medios de comunicación audiovisual. Radios, televisión, internet, publicidad, cine, teatro y demás industrias pueden hacer uso de música registrada y/o grabada para sus propios intereses y, para hacerlo legamente, deberán pagar a sus propietarios un precio acordado, según el uso y finalidad de cada caso.
Las editoriales musicales y las discográficas suelen gestionar este tipo de licencias o permisos, así como el cobro y reparto de los ingresos derivados de ellas.

Conclusiones
Como hemos podido comprobar, aquella antigua escena de un músico cantando acompañado de algún instrumentista y tal vez alguien bailando en una pequeña plaza o reunión para un grupo de personas, con el paso del tiempo se convirtió en un intrincado laberinto de productos musicales, artistas, eventos, derechos legales y comerciales, porcentajes, impuestos, fama, tragedias, apoteosis y dinero, mucho mucho dinero.
Aunque todo empieza por la composición de canciones, con un músico tocando su instrumento o tal vez escribiendo notas en un pentagrama, o quizás un productor editando audio en un ordenador, todo este entramado puede convertir esa obra de arte en un negocio colosal.
La industria musical es algo tan enorme que se han quedado muchos detalles en el tintero, empresas de alquiler de material audiovisual, los técnicos implicados en ello, los estudios de grabación y profesionales de la producción profesiones que mencionar, como los técnicos de todo tipo, por ejemplo, negocios paralelos o derivados como el ejercicio de la divulgación y enseñanza musical y un largo etcétera de trabajos relacionados.
Visto así, es algo que abruma. Pero, si lo pensamos bien, en la economía moderna cualquier actividad debe lidiar con acuerdos y tratos con otros profesionales para conseguir producir y comercializar bienes, productos o servicios. La música no es una excepción y debemos ser conscientes de ello, entenderlo y estar preparados para esta parte de la vida de un músico si queremos dedicarnos profesionalmente a ello.