Las canciones nos han acompañado desde siempre, desde los tiempos más remotos. Con diferentes formas, sonidos, actitudes y propuestas pero siempre a nuestro lado, a lo largo de nuestra existencia, de esta vida que llamamos humana.
Con el paso de los siglos, de las décadas, con la evolución de las sociedades humanas y las innovaciones tecnológicas, las canciones han sufrido muchas transformaciones, llegando incluso a tener diferentes vidas durante su existencia.

Veamos una introducción a la vida y milagros de una canción en el siglo XXI.
Composición y grabación
Escribir una canción es una tarea que obliga a manejar materiales diversos.
Letra y música, además de otros elementos como la emoción, el tiempo o el estilo harán posible completar nuevas obras.
Propósito, idea, desarrollo y abandono son las fases que conducen hasta una canción, a algo que no existía hasta entonces, y su viaje hacia el futuro comenzará en ese mismo momento.
Este artefacto breve y poderoso tal vez resuene en voces, se escriba en pentagramas y se convierta en información digital, en un archivo de audio. Pero, sea cual sea su camino, una vez creada, buscará oídos y corazones para cumplir su objetivo, por cualquier medio.
Grabar canciones, hasta hace poco más de un siglo, era una utopía, un sueño. La invención del fonógrafo lo cambió todo y abrió un nuevo mundo de posibilidades tanto para los oyentes como para el negocio musical.
Algunas décadas después, la revolución digital ha dado un nuevo vuelco a nuestra relación con las canciones y a la forma en que se comercializan las obras musicales.
Hoy en día, cualquiera puede, con muy pocos medios, grabar canciones en su propia casa, en una pequeña habitación, y compartirla con el resto del mundo. Además, la tecnología digital puede usarse como una herramienta de composición más e, incluso, puede ser de ayuda para asegurar los derechos de autor y completar los documentos necesarios para sus registros.

Registro, edición y publicación
La propiedad intelectual hizo posible que un autor pudiera tener efectivamente derechos sobre sus obras.
Los derechos de autor derivan, en primer lugar, de la misma composición y, después, de que se deposite una copia de cada obra en los registros estatales o privados dedicados a
ello, de cada región.
El registro en una sociedad de gestión de derechos de autor hará posible que el dinero que genere una canción o una pieza instrumental llegue a su compositor, en alguna medida.
Para que una canción o cualquier obra musical se muestre, se grabe o se use de cualquier forma, debe tener el permiso expreso de su autor, autora o autores.
Y este trabajo, así como la pura actividad comercial de ofrecer canciones a cambio de un precio, lo suelen hacer las editoriales musicales que representan al autor en estos asuntos, a cambio de un porcentaje de los beneficios.
Si alguien quiere utilizar nuestra obra, grabarla, por ejemplo, necesitará de la licencia correspondiente que negociará la editorial en nuestro nombre.
Si una discográfica quiere grabar nuestra canción, además del permiso editorial, ésta se encargará de organizar todo lo referente a la creación del producto que se quiera a vender, ya sea un vinilo, un archivo de audio o cualquier otro formato posible.
Contratará un estudio de grabación, un productor, arreglistas y músicos, si fueran necesarios, diseñadores gráficos y, en general, todo lo necesario para que la canción pueda comercializarse por los canales que desee.

Promoción y otros usos futuros
La canción necesita ser cantada. Tanto si hay producto o no, la vocación de las obras musicales es ser compartidas, ser escuchadas y, si es posible, recordadas como una experiencia más de nuestra vida.
La promoción musical intenta que la difusión de nuestra canción sea lo más amplia posible.
Radio, entrevistas, redes sociales, televisión o cualquier medio imaginable puede servir de altavoz para los versos y la música.
Después de darse a conocer, una canción, la nuestra, por ejemplo, seguirá con sus aventuras en conciertos y actuaciones de todo tipo.
Puede que sea importante para un grupo de personas, grande o pequeño, durante un tiempo, largo o corto, o que no tenga mucha repercusión. Puede que sea reinterpretado por otros artistas o puede aparecer en nuevos proyectos audiovisuales, en publicidad o en cualquier ámbito donde una canción pueda aportar su magia y su poder.
El futuro es, por decirlo así, el destino de una canción.
Conclusiones
El viaje de una canción, en definitiva, no es uno.
Puede pasar meses o años en un cajón, en una carpeta medio olvidada y puede revivir después de sus días de gloria. Puede tomar distintas formas, resonar en distintos lugares al mismo tiempo o escucharse en distintas épocas.
El viaje de una canción, su eco y su aliento, realmente, no tiene fin.
No esperemos más.
Escribe tu canción.

Si quieres la versión en pdf de este tutorial, puedes suscribirte a la Newsletter mensual de hacercanciones.com. Rellenando el siguiente formulario y siguiendo las instrucciones te la haremos llegar.