¿Alguna vez te has preguntado qué es exactamente y cómo ha evolucionado la distribución de la música? Aquí va la historia en pocas líneas.
Comenzó con las partituras, el único medio para ‘compartir’ música. Luego, avanzamos a la era de los fonógrafos y los discos de vinilo, donde la música se volvió algo que se podía poseer. Los cassettes y los CDs siguieron, permitiendo mayor portabilidad. Pero, ¿qué sucedió cuando la música se volvió digital? Todo cambió. La música se convirtió en archivos, en secuencias de ceros y unos.

¿Has pensado en cómo este cambio ha afectado a los artistas, a la industria y a nosotros como oyentes?
Vamos a verlo en detalle.
¿Qué es la Distribución Musical?
La distribución musical es el proceso por el cual la música llega desde los artistas hasta los oyentes. Básicamente, es el camino que recorre una canción desde el estudio de grabación hasta tus oídos.
Históricamente, la distribución musical implicaba la fabricación física de la música en formatos como discos de vinilo, cintas de casete o CDs, que luego se enviaban a las tiendas para su venta al público. Los artistas generalmente trabajaban con discográficas, que se encargaban de este proceso de distribución.
Pero en la era digital, la distribución musical ha evolucionado significativamente. Ahora, la música se puede distribuir digitalmente a través de Internet, eliminando la necesidad de un producto físico. Los artistas pueden cargar su música en plataformas de distribución digital, que luego estará disponible para su compra o escucha en tiendas de música en línea y plataformas de streaming.
Si lo pensamos bien, la distribución musical, en cualquiera de sus formas, es un eslabón clave que conecta la creación musical con su disfrute. Ya sea a través de un disco de vinilo o un servicio digital, es gracias a ella que podemos disfrutar de nuestras canciones y artistas favoritos.
Formatos y Procesos
La música siempre ha encontrado la forma de llegar hasta nosotros. Pero, ¿te has detenido a pensar en cómo los formatos y procesos de distribución han cambiado a lo largo del tiempo?
La realidad es que, la distribución musical está ligada a los formatos y soportes que se han ido sucediendo para fijar la música, a través del tiempo, con distintas tecnologías.
A principios del siglo XX, la música se grababa en discos de vinilo. ¿Recuerdas esos discos grandes y frágiles? O tal vez has visto uno en la casa de tus abuelos o en una tienda vintage. Se necesitaba un tocadiscos para reproducirlos y la música sonaba con un característico y nostálgico crujido.

Posteriormente, llegaron los cassettes, más pequeños y portátiles. ¿Quién no recuerda el ritual de rebobinar una cinta con un bolígrafo?
Luego, el CD revolucionó la industria. La música se grababa digitalmente, lo que permitía una calidad de sonido más clara y duradera. Además, los CDs eran mucho más fáciles de producir en masa.
Pero la verdadera revolución llegó con la era digital. Ahora la música se podía distribuir como archivos MP3 o WAV a través de Internet. iTunes fue un gran ejemplo de esto, cambiando el juego al permitir a los usuarios comprar canciones individuales en lugar de álbumes completos.
Ahora, las plataformas de streaming como Spotify, Apple Music o incluso YouTube son las que mandan. No necesitamos «poseer» la música, simplemente la «alquilamos». Esto ha facilitado enormemente el acceso a las canciones y a todo tipo de música, pero también ha planteado nuevos desafíos. Por ejemplo, ¿Sabías cuanto genera para un artista o músico 1000 reproducciones en Spotify? La respuesta es muy muy poco.
Los procesos de distribución también han cambiado drásticamente. Antes, los discos se producían en fábricas, se enviaban a tiendas y se vendían al público. Ahora, la música se sube a una plataforma digital y está disponible para todo el mundo al instante.
¿Podrías imaginar que tu canción favorita pudiera llegar a tus oídos directamente desde el estudio del artista, en cuestión de horas o incluso minutos?

El impacto de la Digitalización en la Industria Musical
La digitalización ha transformado por completo la industria musical, y es probable que hayas notado sus efectos sin siquiera darte cuenta. ¿Has pensado en cómo ha cambiado la forma en que consumimos música?
Antes, esperábamos con impaciencia el lanzamiento del nuevo álbum de nuestro artista favorito, y muchas veces teníamos que comprar todo el álbum para disfrutar de una o dos canciones. Hoy, gracias a las plataformas de streaming, puedes escuchar cualquier canción que quieras, en cualquier momento.
Esta transición hacia lo digital también ha cambiado la forma en que los artistas producen y distribuyen su música.
Antes, los artistas tenían que producir un álbum completo, luego trabajar con una discográfica para fabricar y distribuir físicamente ese álbum. Hoy, un artista puede grabar una canción en su casa, subirla a una plataforma digital, y al instante está disponible para millones de personas en todo el mundo.
Toma como ejemplo a Billie Eilish, quien grabó su álbum debut en el dormitorio de su casa con su hermano Finneas. Su música se volvió viral en varias plataformas digitales y, sin necesidad de una gran inversión inicial ni de distribución física, se convirtió en una superestrella mundial.
Pero aunque esto parece algo genial, como hemos dicho, los artistas a menudo ganan una pequeña fracción de centavo por cada reproducción en plataformas de streaming, lo que significa que necesitan millones de reproducciones para obtener ingresos significativos.
Este es un problema particular para los artistas emergentes, que pueden tener dificultades para conseguir esas cifras de reproducción.
Además, la música digital ha hecho que sea más fácil que nunca compartir y copiar música ilegalmente. ¿Recuerdas la controversia en torno a Napster a principios de los años 2000? Ese fue solo el comienzo de los desafíos que la piratería digital ha presentado para la industria.

El futuro de la Distribución Musical
En un mundo donde todo es digital y la música está al alcance de un clic, hay desafíos importantes y futuros potenciales que no podemos ignorar.
La realidad es que los ingresos de los artistas a menudo son insuficientes. En plataformas como Spotify, se estima que una grabación puede ganar alrededor de $0.004 por reproducción y menos que eso llegará realmente a los bolsillos de los músicos o artistas.
Mirando al futuro, hay nuevas tecnologías emergentes que podrían revolucionar aún más la distribución musical.
Por ejemplo, la tecnología blockchain y los tokens no fungibles (NFTs) podrían proporcionar nuevas formas para que los artistas se beneficien de su música. Ya hemos visto a artistas como Kings of Leon lanzar álbumes como NFTs, ofreciendo beneficios exclusivos a los compradores.
Y luego está el metaverso, un universo virtual interactivo donde la música puede existir de formas que nunca hemos visto antes. ¿Podrías imaginarte asistiendo a un concierto de tu artista favorito en un mundo virtual, o incluso interactuando con ellos en tiempo real?
Conclusiones
En fin, la distribución musical ha recorrido un camino fascinante, desde los discos de vinilo y los cassettes hasta las plataformas de streaming y los NFTs.
La música es más que una serie de notas y letras; es una forma de expresión, un vehículo de cultura, un elemento que nos une, a pesar de nuestras diferencias. Merece ser distribuida de una manera que beneficie a todos los involucrados, desde los artistas que la crean hasta nosotros, los oyentes que la disfrutamos.
En este mundo en constante evolución, los soportes y formatos y la distribución musical seguirán desarrollándose y, como siempre, de un a forma u otra, la música llegará a nosotros, atravesando cualquier dificultad, porque somos música, canto, baile, expresión.
Sigamos componiendo y cantando, a pesor de todo.
Aceptemos ese regalo y compartámoslo.
Es justo y necesario que así sea.