Pues sí. Las canciones y la música, a veces, producen dinero. Aunque no siempre. O no tanto como nos gustaría. O sí, pero no termina en los bolsillos de quien creemos. En este tutorial vamos a seguir la pista del dinero que genera el comercio de grabaciones musicales.

El negocio de la música es algo antiguo que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Desde la antigüedad, los músicos y cantantes probablemente recibieron algo a cambio de amenizar las fiestas o celebraciones, halagar y distraer a los reyes o aristócratas y adorar a los dioses de turno.
Sus ingresos o recompensas procedían, básicamente, de sus interpretaciones, del espectáculo de tocar y cantar, de lo que hoy llamaríamos actuaciones o conciertos.
La imprenta
Pero a partir del siglo XV, con la invención de la imprenta y las mejoras en la notación musical, apareció un nuevo negocio en el panorama musical: la venta de copias de partituras.
Lo que hoy conocemos como editores musicales o publishers empezaron a comerciar con esos nuevos productos y, para que tanto ellos como los autores tuvieran una cobertura jurídica se inventó el concepto del copyright, es decir, el derecho de copia, y los derechos de autor.
Resumiendo mucho el asunto, editores y compositores llegaban a un acuerdo para imprimir y comercializar obras musicales y repartirse los beneficios.
Esto es simplificar mucho la realidad, lo sé, pero así queda clara la idea general y podemos seguir adelante.
Podemos decir que esta situación duró hasta finales del siglo XIX, aproximadamente.
El fonógrafo, el gramófono y los discos
Con la revolución técnica derivada de la revolución industrial, el comercio y las ciudades fueron creciendo, y también muchos nuevos inventos fueron llenando los hogares.

Entre esos inventos, uno cambió la historia de la música para siempre: el fonógrafo. Este invento grababa y reproducía audio en unos delicados cilindros. Una revolución que, poco después, sería mejorado por el gramófono que ya empleaba más o menos los discos que conocemos hoy en día.
Esto provocó la aparición de las discográficas y el gran negocio de la venta de copias de estos soportes musicales. Después, apareció la radio comercial y con este modelo discurrió prácticamente todo el siglo.
La era digital
Pero a finales de ese mismo siglo XX, la nueva revolución industrial, la que llamamos digital, volvió a cambiar la música y su negocio completamente.
La música codificada digitalmente, sin necesidad de un formato físico, las nuevas formas de comunicación, el fácil intercambio de archivos entre particulares y la tecnología del streaming, hizo que en pocos años ya casi nadie comprara vinilos, ni cassettes, ni discos compactos.

Las discográficas habían perdido su razón de ser y se tuvieron que reconvertir en promotores de grabaciones y artistas, más que en productores de canciones.
El dinero en la música en el siglo XXI
Hoy en día, el dinero que genera el comercio de las canciones y las música es muy distinto de lo que fue en el siglo pasado.
Si dejamos a un lado los conciertos, el merchandising y demás y nos centramos en las grabaciones musicales podemos ver dos grandes vías por donde fluyen los ingresos.
- La composiciones
- Las grabaciones
Vamos a ver quién se queda con qué parte del pastel.
1. Las composiciones
Hay básicamente, dos entidades que se reparten la parte de las ganancias ligadas a los derechos de autor de la música o las canciones:
- Compositores y compositoras
- Editoras musicales
El autor o autora de una canción, por ejemplo, además de sus derechos morales sobre las obras, que, en principio, no se pueden vender, tiene inicialmente también todos los derechos comerciales e intelectuales.
Muy bien. Entonces la cuestión es que comerciar con música o canciones es un trabajo en sí mismo. Una actividad completamente distinta a componer o escribir canciones y música en general.
Para hacer ese trabajo, desde antes incluso de las grabaciones musicales, como ya hemos visto, están las editoras musicales. Para decirlo rápido y ya, estas empresas llegan a acuerdos con los ellas para quedarse un porcentaje de los ingresos derivados de la venta de copias de la música que han compuesto.

La controversia viene, a menudo, en esas negociaciones, cuando una editora musical tiene mucho más poder comercial que un artista o autor determinado y pide o, directamente, exige el 50% o más de esos derechos, de ese dinero potencial.
Un compositor puede verse fácilmente obligado a aceptar condiciones abusivas para poder tener ingresos y seguir con su trabajo creativo. Puede incluso perder el control comercial de sus composiciones y ver su trabajo en publicidad u otros lugares donde preferiría que su música no sonase.
Es un tema complicado. El mercado y los negocios no acostumbran a tener piedad o mostrar clemencia con las partes más débiles del asunto. Pero si quieres recibir tu parte del pastel, o te conviertes en tu propio editor o deberás ensuciar tu alma en este tipo de negociaciones.
2. Las grabaciones
Para que una grabación musical exista, se comercialice y pueda generar dinero, hacen falta algunos participantes.
- Las discográficas
- Las distribuidoras
- Las tiendas o vendedores de música
Si nos fijamos en las grabaciones musicales en sí mismas, debemos entender que el propietario es quién paga por que se haga esa grabación y que acabará poseyendo el llamado master, a partir del cual se realizarán las copias individuales, ya sean físicas o digitales.
Tradicionalmente, las empresas propietarias de las grabaciones musicales solían ser las discográficas o sellos discográficos. Pagarán a los músicos, productores e ingenieros de sonido, el alquiler de instalaciones en su caso, y todo lo necesario para que esa grabación esté lista para venderse.

Una vez producido el famoso master, la grabación debe ser promocionada y distribuida, es decir, enviada a las tiendas de música.
Entre las empresas distribuidoras de música ahora destacan las digitales, debido a que las copias físicas son un pequeño porcentaje del negocio. CD Baby, DistroKid, Tunecore, Ditto Music o La Cúpula Music son algunas de ellas.
Dónde, efectivamente, se compra música online es en tiendas como iTunes, Spotify o Amazon entre otros, en sus servicios de suscripción o, si quieres copias físicas en algún centro comercial o tiendas pequeñas especializadas en vinilos, especialmente.
La suscripciones a catálogos musicales es otra opción. Spotify, Apple Music, etc … Pagan una cantidad de 0, 000XX por cada reproducción de un tema.
Y las radios online, tipo Pandora, iHeartRadio o Last.fm, entre muchas otras. Estas radios online suelen pagar unos cánones a los propietarios de los derechos según las selecciones musicales que hagan.
Caso práctico
Resumiendo. Vamos a seguir la pista del dinero.
Una canción se vende en una tienda digital por 1 dólar o 1 euro, no importa. Por un precio de 1.
Ese 1 se dividirá entre el propietario de la grabación y el propietario o propietarios de los derechos de autor de la canción. Los porcentajes serán los acordados en el contrato discográfico. Supongamos que el 80% es para la discográfica y el 20% para los derechos de autor. ATENCIÓN. Normalmente, no es tan bueno para el artista.
Entonces, 80 céntimos para la discográfica y 20 para el autor/editor.
Si el autor ha recibido un anticipo para a hacer la grabación no cobrará nada hasta que se cubra esa deuda. Sí, un anticipo es una deuda.
De los 20 céntimos de la autoría, supongamos que, según el acuerdo con la editorial musical, hay un reparto del 50%. Entonces, 10 céntimos para el autor, autora o autores y 10 para la editora musical o publisher de turno.
Resta los impuestos que debas pagar según dónde vivas y ese será tu ingreso como creador por la venta de una canción.
ESTO ES SÓLO UN EJEMPLO. Puede que ni siquiera sea una aproximación a la mayoría de las situaciones reales de un escritor o escritora de canciones.
Si el caso no es una venta, sino que los ingresos provienen de servicios de suscripción el asunto es todavía más complejo.

Conclusiones
Podríamos añadir que la música de una canción puede generar dinero por utilizarse en el ámbito audiovisual, en eventos, etc … En esos casos se seguiría un reparto por porcentajes parecido, según lo acordado en los contratos.
Si has llegado hasta aquí, te felicito. No es un tema muy divertido pero, si quieres ganarte la vida con la música deberás pasar tiempo con estas cuestiones.
Hoy en día, como artista, y hay muchos casos así, puedes prescindir de algunos de estos intermediarios pero, entonces, su trabajo deberás hacerlo tú. Deberás asumir tareas legales, de promoción, de control en las transacciones y ventas, y un larga lista de asuntos relacionados.
Se puede hacer: sí.
Queremos hacerlo: no estoy tan seguro.
Escribimos canciones y, con cuidado, llegamos a acuerdos con otras personas, los profesionales del comercio musical, probamos durante un tiempo si nos entendemos, si estamos conformes. Y, si no es así, buscamos otros profesionales y seguimos escribiendo letras, componiendo música, haciendo canciones: es lo más importante.