Una versión musical de alguna canción conocida o no, lo que conocemos con la palabra inglesa cover es una de las formas habituales para que artistas desconocidos muestres al mundo su talento y arte naturales. Pero, además, este procedimiento por el cual, una canción se convierte en otra sin dejar de ser la original, puede abordarse desde distintos ángulos.

Veamos algunas maneras de conseguir hacer un cover y también algunas buenas razones para poneros a hacer versiones de todo tipo de canciones regularmente.
Versiones vs. covers
Lo primero que deberíamos hacer es dejar lo más claro posible la diferencia entre el concepto cover y lo que sencillamente llamamos versión musical.
Para ir al grano, podemos decir que una versión es cualquier forma o variante que puede llegar a adoptar una canción una vez escrita e incluso grabada y publicada, o también durante su proceso de composición.
Un cover es, más bien, el aspecto o la versión distinta que una pieza musical puede adoptar después de su composición, grabación y difusión pública.
Esta sería la diferencia más clara al respecto.
En el artículo dedicado a los covers y las versiones musicales profundizamos un poco más en lo que distingue y lo que une a estas los prácticas.
Estés más o menos de acuerdo con lo que acabas de leer, al menos esto deja una visión del asunto y ya nos podemos enfocar en lo importante: hacer música, covers, versiones o cómo quieras llamarlo.
¿Cómo hago el cover de una canción?
Muy bien.
Me gusta una canción en concreto, me interesa o me llama la atención por la razón que sea.
Aprendo a tocarla o cantarla de alguna forma, me gusta como suena en mi interpretación más o menos libre, pruebo alguna variación musical, cambio algo del original, … y, en algún momento, decido que vale la pena armar un cover de esa pieza determinada y darle un toque personal, aportar algo diferente a lo que ya es.
Veamos algunas ideas para empezar a hacer versiones musicales de canciones conocidas.

La voz
Tal vez la forma más directa y clara de empezar una versión es cantarla con nuestra propia voz, con nuestros giros e inflexiones preferidas, con nuestra propia emoción.
Este ejercicio por sí solo, si no lo hacemos con la idea de imitar fielmente al original, ya arrojará algunas diferencias, algo genuino que no aparecía en la grabación de referencia.
Si hemos interiorizado bien el contenido de la pieza que estamos cantando y ha resonado en nuestro interior de un modo particular, aunque interpretemos la canción sobre el mismo arreglo y la misma instrumentación original, probablemente ya estaremos ejecutando un cover.
La voz humana es seguramente el instrumento musical más sutil y variado. Nuestro oído, además, es especialmente sensible a las voces y sus infinitos matices, desde el susurro al grito desgarrado, desde la pronunciación perfecta a las lánguidas o sinuosas entonaciones de que es capaz.
Nuestra voz cantada, por sí sola, puede transformar cualquier canción en algo distinto a lo conocido, a lo ya escuchado y ofrecer una nueva visión de un tema conocido.
El ritmo
Alterar el ritmo con que la melodía y los arreglos armaron la canción original es otro clásico a la hora de hacer un cover.
Todos somos increíblemente sensibles al ritmo y sus variaciones, conecta con algo primitivo y básico de nuestro entendimiento de las cosas del mundo. La obra musical que se desarrolla siguiendo una rítmica determinada obliga, hasta cierto punto, al resto de elementos de la composición a tenerlo muy en cuenta, hasta el punto de ser el guía y la referencia de lo que va a sonar bien o coherente y lo que no.
Lo que conocemos por géneros musicales, entre otras cosas, fundamentan su sonido reconocible en el uso repetido de uno o un pequeño grupo de ideas rítmicas. Cuando pensamos en el Rock, la Bossa Nova o en el Reaggetón, por ejemplo, una clave rítmica determinada viene automáticamente a nuestra cabeza.
Por lo tanto, elegir una canción concreta que se habrá hecho conocida con unas características rítmicas específicas nos da la oportunidad de llevarla a otro estilo musical, a otra lógica rítmica que el resto de los elementos que añadamos deberán respetar para armar una pieza musical distinta, pero también clara y con sentido propio.
Los instrumentos
Cambiar los instrumentos originales y sencillamente interpretar nuestra versión musical de una canción con otros, establecerá otra vía por la que hacer un cover interesante.

Porque cada instrumento musical suena de una forma, tiene unas características particulares y puede ejecutar un tipo de articulaciones y detalles interpretativos y no otros.
Y esto, precisamente, es lo que se espera de un cover: algo diferente y algo reconocible. Una guitarra y un bajo más una voz conformarán un sonido y una interpretación de un tema completamente distinto de un piano y un violín o una caja de ritmos y unos vientos sintetizados.
Instrumentos distintos, sonidos distintos. Y también ideas y sensaciones diferentes. Justo lo que, tal vez, sea la clave y el valor de un cover.
La estructura
Otra opción, quizás más radical, es alterar la estructura o las secciones que conforman la canción original.
Prescindir de estrofas, por ejemplo, o añadir secciones completamente nuevas llevarán inevitablemente al conjunto final a convertirse en prácticamente otra canción distinta.
Explorar esta posibilidad es aventurarse en los límites de lo que entendemos como cover y acercarse a lo que se podría considerar co-escritura de canciones, siempre que el, la o los compositores originales estén de acuerdo, claro.
Otras opciones
Pero las posibilidades son muchas más.
Manipular la grabación original y alterar su mezcla o su sonido, como hacen los conocidos remixes, resulta en covers, nos guste o no.
Modificar drásticamente el tempo o las partes de los instrumentos originales, por ejemplo, darán como resultado una canción que, generalmente, podemos identificar pero que será una versión musical distinta.
Realmente, cualquier elemento de la canción original que sea alterado, como decíamos al principio, puede dar lugar a un nuevo cover, especialmente si con esas alteraciones intentamos ofrecer algo no sólo nuevo, sino emocionante, imaginativo o interesante.

¿Para qué sirve un cover?
Muy bien. Ya tengo mi cover.
Aquella canción más o menos conocida en la voz de un o una vocalista, en los arreglos que se eligieron para una grabación y que sonaba en un video musical, en las radios, los streamings, etc… ahora se ha transfigurado y puede sonar de una forma diferente, creo que interesante, atractiva, sorprendente.
Y ahora, ¿qué hago con él?
Bien, si aún no te has planteado para qué hacías exactamente ese cover, tal vez ahora sea el momento.
El solo hecho de haber pensado y grabado un cover ya te ha servido de mucho. Como músico o como escritora o escritor de canciones habrás aprendido un puñado de cosas nuevas, tanto de la canciones versionada como de ti mismo como creador o creadora.
Interiorizar una canción ajena, analizar sus detalles, jugar con ella y atreverte a cambiar algo, a darle un nuevo aire o incluso a modificar el aparente propósito con que fue compuesta te va a enriquecer como artista sin ninguna duda y va a estimular tu creatividad musical y verbal.
Pero, además, si tu intención es darte a conocer en el mundo de la música comercial y no dispones de material propio, por ejemplo, hacer covers es una forma interesante de mostrar tus habilidades o talento ya seas instrumentista, cantante o músico de cualquier tipo.
Y tal vez lo más importante.
Hacer covers es divertido, es personalmente gratificante, es un momento de expresión y de comunión con los sentimientos y las circunstancias de otra persona o personas, de gente que ni siquiera hemos llegado a conocer.

Conclusiones
En resumen: haz covers.
Sin importar el motivo, la estrategia o el plan. Hazlos.
De hecho, si te gusta la música y cantas o tocas canciones probablemente ya has estado probando cosas en esa dirección.
Cuando cantas una canción con tu propia voz, con tus inflexiones personales, con algo de tu fraseo característico aplicado a este o aquel tema famoso, ya estás generando una especie de versión sin darte cuenta.
Si tocas solamente con el piano o la guitarra los acordes de aquella canción que no puedes quitarte de la cabeza, si reduces a sólo un instrumento un arreglo con batería, bajo, sintetizadores, etc … entonces ya se está escuchando un cover en potencia de ese tema.
Muchas veces, además, hacer versiones es la antesala o la preparación para componer tus propias canciones.
No le des más vueltas. Aprópiate de canciones ajenas, hazlas tuyas y, si ese es tu deseo, muéstraselas al mundo.
Las canciones se crearon para ser cantadas, en cualquier forma o lugar, para hacer nuestra vida menos absurda, menos monótona, mejor.
Vamos a hacer que así sea.