La música es un fenómeno que sucede en el tiempo y sus elementos tienen, además de otras características, una duración, principios y finales, unos impactos determinados en nuestros oídos, nuestro cuerpo y nuestro cerebro. Para relacionar directamente el tiempo musical y el tiempo cronológico se inventó lo que llamamos tempo musical.

Veamos en qué consiste exactamente y qué efectos tiene en los flujos musicales de las obras instrumentales y las canciones.
¿Qué es el tempo musical?
Podemos definir el tempo como la velocidad a la que se interpreta una obra en concreto y, aunque es una aproximación aceptable, no estaríamos dándonos cuenta de las implicaciones que esto tiene para cualquier pieza musical.
Actualmente, se utiliza una medida sencilla y matemática para designar o deducir el tempo: se trata del concepto «pulsaciones por minuto» (ppm) o también, muy a menudo, «beats per minute» (bpm), su equivalente anglosajón.
Esto quiere decir que, si una pieza musical se toca a 60 bpm, cada nota negra durará exactamente 1 segundo. Si se toca a 120 bpm, cada figura musical negra durará medio segundo y, por extensión, el resto de figuras musicales adoptarán la duración relativa que les corresponda.
Las figuras musicales, como ya mencionamos en su día, son valores relativos y dependen del tempo a que se esté interpretando una obra en cada circunstancia o actuación.
El metrónomo
Todo este cálculo puede parecer algo lógico e incluso obvio, pero la realidad es que no siempre fue así.
El invento que hizo posible que una pieza musical se pueda tocar con precisión a 80, 110 o el número de pulsaciones por minuto que esté escrito en la partitura, que decidan los intérpretes o la dirección musical, se llama metrónomo y no existía hace, por ejemplo, 400 años.
El metrónomo mecánico fue un invento de Dietrich Nikolaus Winkel, en 1812. A pesar de ello, fue Johann Nepomuk Mälzel quien adaptó el primer prototipo y patentó el nuevo mecanismo portátil.
La palabra metrónomo deriva del griego: metron, que significa medida, y nomos, regular. Y eso es precisamente lo que hace. Se ajusta una pulsación regular y el aparato se encarga de reproducirla como una marca sonora o visual, básicamente, como una referencia para el estudio musical o la interpretación de las obras musicales que así lo requieran.
Ludwig van Beethoven, a partir de 1817, fue el primer compositor conocido que añadió a las partituras de sus obras estas anotaciones referentes a la pulsación a la que debían ejecutarse sus composiciones.

Antes del metrónomo
Pero, entonces, antes del metrónomo, ¿qué podía hacer un compositor o intérpretes para señalar el tempo o la velocidad a la que debía ejecutarse cualquier pieza musical?
Pues, en efecto, hasta la invención y el uso generalizado del metrónomo, los músicos ya mostraron su interés porque las partituras reflejaran lo más fielmente posible sus intenciones compositivas a la hora de interpretar las obras de su autoría.
Para ello, utilizaban unas palabras para indicar, aproximadamente, la velocidad y el carácter que debía aplicarse a la ejecución de cada obra.
Estas indicaciones fueron muy variadas, según la época, los lugares y las tradiciones musicales en que se produjeron, y, en general, podemos decir que cada vez fueron más numerosas.
Estas indicaciones aparecían por escrito, consistían en adjetivos y, como hemos dicho, acostumbraban a proveer de dos tipos de información a los intérpretes: velocidad y expresión.

Términos y tipos de tempo musical
Veamos algunos ejemplos de términos musicales que afectan a la velocidad del tempo musical:
- Presto: muy rápido (168-200 bpm)
- Allegro: rápido (120-168 bpm)
- Moderato: medio (108-120 bpm)
- Andante:(76-108 bpm)
- Adagio: lento (66-76 bpm)
- Lento: muy lento (40-76 bpm)
- Largo: lentísimo (40 bpm o menos)
Indicaciones de cambio de tempo o velocidad en una pieza musical:
- Rallentando o Ritardando: cuando se precisa una disminución progresiva en la velocidad interpretativa de la obra.
- Accelerando: cuando se quiere una aceleración progresiva.
Ahora, algunos ejemplos de términos musicales que afectan también a la expresividad del tempo musical:
- Appasionato: apasionadamente.
- Con moto: movido.
- Dolce: dulce, delicadamente.
- Doloroso: afectado.
- Maestoso: majestuosamente.
Con estas palabras, o con la combinación de velocidad y expresión, se logra una descripciónfiel de las intenciones del compositor o el director, en su caso, de cada obra. Aporta una información sin la cual, cada pieza musical podría ser interpretada de cualquier forma, y se correría el riesgo de alterar las intenciones, el propósito o la lógica que hay detrás de cada composición.
Allegro appasionato, por ejemplo, deja bastante claro cómo deberíamos tocar una obra así descrita.
Largo, doloroso, igualmente, señala una manera precisa de interpretar la música escrita en un pentagrama.
Estas indicaciones se anotaban casi siempre en italiano, especialmente en el siglo XVII, y se generalizó su uso a lo largo del siglo XVIII.
El tempo en la música moderna
Aunque estas expresiones y conceptos se suelen relacionar con la música clásica, por diversas razones, el hecho es que los estilos y géneros de la música moderna no han sido ajenos a estas cuestiones.
Aunque, por definición, la música moderna es más libre en su concepción, escritura e interpretación, hay rasgos distintivos importantes para que una pieza se ejecute con una cierta fidelidad a la intención de su autor o al género determinado en que se encuadre.

Términos como swing o rock o bossa, o incluso bright (brillante), slow (lento) y otros, pueden encontrarse en las partituras y guías musicales de las canciones modernas, junto con indicaciones precisas de tempo, aunque su seguimiento en los conciertos y actuaciones sea relativo.
Tiempo musical y percepción
Pero, aunque estas anotaciones sean de ayuda para la comprensión e interpretación de obras musicales, el hecho es que sólo son una parte de lo percibimos como oyentes al escuchar una canción o pieza instrumental.
El compás que se utilice, las subdivisiones que implique el uso de uno u otro, las articulaciones de las notas y el estilo y sonido particular de cada músico va a influir poderosamente también en la impresión auditiva que recibamos de una obra en concreto, de una actuación determinada, de ese instante en el tiempo.
Algunos géneros y músicas populares, en especial, por su propia idiosincrasia y origen colectivo, basado en la improvisación muchas veces, se resisten a ser anotados con precisión con símbolos, números o adjetivos, más allá de sus propio nombre.
La samba o la bossa nova, pese a encontrarse a menudo con indicaciones como 4/4 y un tempo concreto, no pueden ser interpretadas con fidelidad al estilo teniendo en cuenta solamente esa información.
Conclusiones
En definitiva, el tempo y aquellas anotaciones contribuyeron a la evolución y enriquecimiento del lenguaje musical y la teoría musical, pero también ha suscitado muchas controversias a lo largo de la historia.
Desde el punto de vista del intérprete, este tipo de imposiciones o indicaciones reducen considerablemente la libertad en la ejecución de las piezas musicales lo que, según el carácter de los músicos, las ideas musicales de cada momento o el estilo musical de que se trate, puede resultar problemático.
Puede darse la circunstancia de que esas indicaciones entren en conflicto con la expresividad que se espera de la interpretación musical por parte de un músico en tiempo real, como la experiencia única que es escuchar una pieza musical en directo.
Por lo tanto, desde un óptica moderna, tanto a la hora de escribir canciones o componer música, todas estas indicaciones y términos de tempo se suelen tomar más como una referencia que como una verdad absoluta.