Cuando estamos cantando una canción, aunque no seamos del todo conscientes, estamos interpretando un texto especial, una organización, una forma determinada que, casi siempre consiste en secciones musicales que están compuestas de versos.

Vamos a ver cómo son esos versos y qué los hace distintos, por ejemplo, de los que podemos encontrar en un poema.
¿Qué es un verso?
Si tuviésemos que definir en una frase sencilla en qué consiste un verso, podríamos decir que es un grupo de palabras que, respetando cierta métrica y ritmo, forman una unidad formal en un texto literario.
Pueden encontrarse en poemas, en letras de canciones o en otros contextos, pero, muy a menudo, se relacionarán con otros para crear secciones estructurales de la obra en que aparezcan (estrofas, estribillos, …) y contribuirán tanto a expresar un mensaje o contenido como a armar un desarrollo sonoro determinado.
Versos, poemas y canciones
Bien, como casi todo el mundo sabe o puede deducir, las letras de las canciones, los poemas y la poesía tienen una relación muy estrecha.
La palabra poesía, la dejamos a un lado en estas líneas, porque hay tantas cosas que pueden hacer que venga a nuestra cabeza la palabra «poesía» ¿no es cierto?

Entonces, poemas y letras. Los dos contienen esas líneas que se suceden y se terminan, a menudo, donde esperábamos que lo hicieran. Más largas o más cortas, con rima o sin ella pero, en la inmensa mayoría de las canciones comprobaremos que la letra ha sido escrita pensando en esos versos, en su duración y en su ritmo, hasta dar con su forma definitiva.
No es una casualidad.
Los versos ofrecen diversos beneficios a la hora de escribir obras literarias. Gracias a versos bien planteados, podremos conseguir, entre otras cosas, que nuestras ideas se concreten sin dar demasiados rodeos, que haya cierta musicalidad en el simple contenido verbal y que la audiencia pueda reconocer, anticipar y memorizar más fácilmente una obra.
No está mal.
Los versos de las canciones
Esos versos, cuando aparecen en una canción, están de alguna manera siendo parte de algo mayor y no son los protagonistas absolutos de la función, por así decirlo.
Esas palabras engarzadas, esa métrica y rima ocasional, tienen como objetivo encontrar una melodía que las complete y les de su lugar definitivo en el espectáculo completo que llamamos «canción».
Sin ella, pueden pasar por un poema, más o menos, por un texto con cierto rigor técnico y estético, como literatura, en definitiva, pero no como letra de canción.
Necesitamos música para convertirla en lo que quería, o no, ser.

La sílabas
Y para crear versos con sentido, con arte y con musicalidad tenemos que contar sílabas.
Ojo. No palabras, sílabas. Esa es la unidad rítmica de un verso y por extensión, de un poema o letra de canción.
Una sílaba, para quién no lo sepa, es una exhalación corta y controlada, un sonido que escuchamos entre dos interrupciones de la salida de aire de nuestra boca.
Esas sílabas son las que tenemos que tener en cuenta para establecer la medida de cada verso pero, hay todavía algunos detalles de los que tenemos que hablar.
Contar sílabas de versos
Repasemos.
Un verso contiene diversas palabras y, esas palabras, una o varias sílabas. Muy bien. Pero con contar las sílabas de cada palabra de un verso y sumarlas, muchas veces no estaremos siendo fieles a cómo pronunciamos las frases o las expresiones verbales en realidad.
Cuando una palabra termina en vocal y la siguiente empieza también por vocal, muchas veces las enlazaremos en lo que se llama sílaba métrica.

La sílaba métrica
Entonces, la silaba métrica es la unidad que utilizaremos para medir los versos, cada uno de ellos, y averiguar las relaciones métricas y rítmicas que pueden establecerse entre ellos.
Para hacerlo correctamente, tenemos que dejar claros primero algunos conceptos:
Vocales abiertas: a, e y o
Vocales cerradas: i y u
Vocales átonas y tónicas: Las átonas son débiles, es decir, no están acentuadas y las tónicas son fuertes, independientemente de si llevan acento o no.
Hiato: Cuando dos vocales consecutivas, en una palabra, se pronuncian separadas y conforman sílabas distintas. Esto sucede cuando
- son dos vocales abiertas
- son dos vocales iguales
- si aparecen una vocal abierta átona + vocal cerrada tónica, o Vocal cerrada tónica + vocal abierta átona.
Por ejemplo: tra-ve-sí-a, cre-er, pa-ís, ca-í-da, te–a-tro, …
Diptongo: Cuando dos vocales consecutivas, en una palabra, se pronuncian jutas, como una sola sílaba. Es decir, cuando no sucedan los casos del hiato.
Por ejemplo: a-cuer-do, rui-do, a-bier-ta, tiem-po, …
Cuando esto aplica a vocales de palabras distintas, encontramos conceptos como la sinalefa.
Esta situación, la Sinalefa, se da cuando una palabra termina en vocal y la siguiente también, formando una única sílaba métrica, es decir, que se cuentan como una sola sílaba.
Por ejemplo: Es-ta-ba e-cha-da – la – suer-te >>> (8 sílabas)
Además, recordemos que las palabras pueden ser
- llanas, cuando la penúltima sílaba es la acentuada, lleve acento escrito o no.
- agudas, cuando la última sílaba es la fuerte
- esdrújulas, cuando la antepenúltima sílaba es la que está acentuada.
Dicho esto, y tomando como referencia la última silaba fuerte del verso, seguiremos, en general, unas normas sencillas.
- Si es llana, no varía el número de sílabas:
A – lo – lar–go – del – ca-mi-no >>> (8 sílabas métricas) - Si es aguda, se le suma una sílaba al recuento: En – el – cen-tro – del – cris-tal >>> (7+1 = 8 sílabas métricas)
- Si es esdrújula, le restamos una sílaba al total: Al – co-mien-zo – de – la – fá-bu-la >>> (9-1 = 8 sílabas métricas)

Licencias métricas
De todas formas, no hay que agobiarse demasiado con todas estas cuestiones.
En la mayoría de los casos debemos seguir nuestra intuición, nuestras costumbres al hablar, el sentido común y, sobre todo, a nuestro oído.
Quiero decir que no tenemos que ser máquina de contar, ni matemáticos del lenguaje, ni nada parecido. Estamos creando textos literarios, algo que podría considerarse arte, y los objetivos no son ni la perfección formal ni la exactitud en el cálculo.
Esto se demuestra en la práctica, a lo largo de la historia, con las llamadas licencias poéticas, que son exactamente eso, la libertad que tienen las autoras y autores de saltarse las reglas, por decirlo así, y forzar en la lectura una pronunciación silábica distinta de la habitual.
Sinéresis: sucede cuando dos vocales de una palabra que no forman diptongo se reúnen en una sílaba métrica.
Por ejemplo: Cae – la – llu-via – sal-va-je >>> ( 8 sílabas)
Diéresis: se produce diéresis cuando se separan dos vocales que forman
diptongo para dar lugar a dos sílabas métricas.
Por ejemplo: Cuan-do – lle-gue – el – dí-a – se-ña-la-do >>> (11 sílabas)
Repito.
Escribir respetando una métrica determinada está bien, proporciona consistencia, una previsibilidad que nos hace anticipar, reconocer el patrón y casi querer cantarla, pero no nos debe obsesionar ni tenemos que ser esclavos de ese tipo de contabilidad silábica, por llamarla así.

Conclusiones
Contar sílabas de cada verso y contar versos de cada estrofa, versos sueltos y versos con rima, versos, versos, versos.
Aunque podemos organizar la letra de un canción como un texto en prosa, la verdad es que utilizar versos facilita la aparición, el ritmo y la musicalidad de cualquier letra.
Obligarnos, por así decirlo, a cumplir una métrica y, a menudo, una rima, o limitar el espacio que tenemos para decir lo que queremos decir, aunque inicialmente parezca un problema o un obstáculo, en realidad es una bendición, un susurro en nuestro oído que nos dice: «piénsalo otra vez» o «puedes decirlo mejor».
Este tipo de freno, de oportunidad para repensar lo que estamos escribiendo, acaba por provocar nuevas ideas, giros inesperados y, en general, una mayor consciencia acerca de lo que estamos haciendo.
Prueba a escribir la letra de una canción o haz una nueva, si ya has escrito alguna. Trata de darte cuenta de estos detalles técnicos y del efecto que provoca tener unos versos equilibrados, diseñados para expresarte pero también para ser cantados, para resonar con las notas de una melodía.
Probablemente, encontrarás un mundo de nuevas posibilidades, un terreno fértil para llevar a cabo el propósito que te hayas marcado para esa canción en concreto y, tal vez, no ser tan previsible o utilizar recursos lingüísticos o literarios mil veces repetidos.
De una forma u otra, escribe, haz que tu voz se escuche en este mundo loco de ruido y sinsentidos.