Escuchamos una melodía y nos llama la atención. Nos gusta y tal vez, incluso, somos capaces de memorizarla y reproducirla. En algunos casos, además, la persona que ha escuchado y memorizado esa melodía es capaz de decir el nombre de las notas que han sonado así como sus valores rítmicos, por ejemplo.
Este conjunto de habilidades son conocidas en la pedagogía musical como educación auditiva.

Veamos un poco en qué consiste exactamente.
¿Qué es la educación del oído?
La educación auditiva o del oído suele señalarse como parte de los conocimientos y habilidades que componen el lenguaje musical.
El objetivo principal de la educación auditiva es el reconocimiento y ejecución exacta de los sonidos musicales.
Consiste, básicamente, en interiorizar eventos y progresiones melódicas, rítmicas y armónicas hasta ser capaces de identificarlas mediante la escucha o reproducirlas, con la voz, a demanda.
Percepción auditiva
Cuando intentamos comprender el fenómeno de la escucha, lo que sucede en nuestros oídos cuando una vibración de aire determinada impacta con el tímpano y su conexión con el cerebro, nos encontramos con un mecanismo complejo de ondas, impulsos nerviosos, neuronas y demás.
Y, aunque podamos describir con bastante exactitud el proceso por el cual los sonidos son recibidos y reconocidos como tales por nuestra mente, en realidad, cada persona tiene su propia experiencia y sus propios hábitos a la hora de almacenar e interpretar ese tipo de información.
En relación con la música, además, y en directa relación con las aptitudes y el potencial creativo incluso, a menudo aparece un fenómeno legendario llamado «oído absoluto».
El oído absoluto
Lo que se conoce como oído absoluto, consiste en la capacidad de reconocer y dar nombre notas musicales, es decir, frecuencias sonoras, sin ninguna referencia, así como la habilidad de reproducir con exactitud cualquier nota que se pida.
El oído absoluto es un tipo de capacidad que se suele desarrollar en edades tempranas y que fija la memoria auditiva de un modo estable, hasta que otros deterioros cognitivos, accidentales o debido a la edad, eventualmente, la altere.
El oído relativo
Como alternativa al oído absoluto, la inmensa mayoría de la población puede aprender a reconocer notas con la práctica del llamado oído relativo.
Con esta expresión se resume el procedimiento por el cual, a partir de una nota de referencia dada, se puede deducir e identificar el resto del desarrollo melódico de una pieza musical.
Este oído es el que se entrena o se adquiere con la ayuda de conceptos como los intervalos musicales, entre otros

Métodos para mejorar el oído musical
La metodología principal utilizada en los centros de educación musical se centra en la práctica, interiorización y reconocimiento de los intervalos musicales.
Con esas piezas pequeñas, con esas distancias entre dos notas y sus apariciones en las obras musicales (sucesivas, en la melodía, o simultáneas, en los acordes) se intenta establecer e identificar cada una de ellas hasta completar una pieza o sección determinada.
Otros enfoques o alternativas, utilizan el reconocimiento de las tensiones de los grados tonales para deducir qué nota esta sonando en cada momento, sus cadencias y demás estrategias compositivas.
Veamos, qué se espera que podamos identificar con la educación del oído:
Reconocer alturas
La característica más conocida, probablemente, del entrenamiento auditivo musical es reconocer notas, es decir, frecuencias sonoras o alturas y darles su nombre correspondiente.
Para practicar esta faceta se utilizan ejercicios como el reconocimiento aislado de notas, con un referente anterior, es decir, intervalos, o dictados melódicos, por ejemplo.
Reconocer ritmos
Otro aspecto importante de la información musical de cualquier pieza es el valor rítmico de esas notas o silencios.
Para practicar el reconocimiento de los valores rítmicos se realizan dictados rítmicos y otras tareas de reconocimiento.
Reconocer acordes
El dictado armónico, intenta aprender a identificar tipos de acordes, inversiones, tensiones, progresiones de acordes, cadencias y demás.
Reconocer estructuras y formas musicales
Otra de las habilidades que se practican en el marco de la educación auditiva es el reconocimiento de las formas musicales, tanto las establecidas como clásicas (sonata, …)
Ejercicios que se suelen proponer para desarrollar esta habilidad serian, por ejemplo, las audiciones basadas en una escucha activa y la práctica de la memoria musical para identificar secciones y otros elementos musicales recurrentes en las obras.

Conclusiones
En fin, una disciplina que recibe muchos nombres distintos (ear training, aural analysis, educación del oído, formación auditiva, … ) y una habilidad muy útil para abordar labores musicales de todo tipo.
Escuchar música, canciones, cualquier tipo de expresión sonora, en realidad, es un placer en sí mismo y algo interesante, sin añadir nada más.
La inmensa mayoría de los oyentes de una pieza musical no se preguntará jamás si aquella obra que acaba de escuchar o aquella otra que le gusta tanto desde su juventud contiene esta o aquella nota o utiliza esta o aquella figura rítmica.
Los conceptos musicales que manejan los profesionales o aficionados más curiosos o la notación musical o cualquier otro asunto, digamos, técnico de la música tan sólo interesa y preocupa realmente a un puñado de gente.
Pero cuando quieres aprender a tocar un instrumento o pretendes cantar con un nivel de conocimiento teórico preciso, por ejemplo, en esos momentos sí que te puedes encontrar en la situación de preguntarte ¿qué nota es ésa que esta sonando? o ¿cómo es ese ritmo? o ¿ese acorde qué notas contiene?
No sólo preguntas gratuitas. Conocer y entender con mayor amplitud, profundidad o detalle qué estamos haciendo es una ayuda inestimable para la práctica, el aprendizaje y hasta en el disfrute musical.
Escuchar y saber, imaginar y ejecutar o procesos de este tipo llevados a cabo con fluidez es tener una relación intimísima con la música, una cercanía extraordinaria que fácilmente puede traducirse en ser capaz de ampliar repertorio, componer o estudiar con más eficiencia.
El solfeo, por ejemplo, es el paradigma tradicional de este tipo de educación y la pared contra la que se han estrellado generaciones de estudiantes de música.
La educación auditiva ha sido y es temida, a menudo, por cualquiera que quiera acceder a lo que se conoce por «aprender música«, debido a que no es esencialmente un proceso intelectual, algo que se pueda definir y entender sin más, sino un tipo de habilidad que requiere una interiorización, una verdadera inmersión en la música y los conceptos musicales.
Aunque ciertos métodos o profesionales de la enseñanza, a veces, no se esfuerzan en quitar algo de hierro a este asunto y conducir esta práctica con una actitud relajada y hasta lúdica, lo cierto es que adquirir una capacidad así reclama una atención y una constancia exigente. Por lo tanto, no es extraño que se sufra alguna clase de «sufrimiento» o frustración en el proceso.
Sea como sea, escuchemos con atención, sin agobios pero con algo de devoción, disfrutemos de la magia de la música y nuestra educación auditiva mejorará día a día.