Todo el mundo puede cantar y, de hecho, es casi imposible encontrar a alguien que no haya cantado nunca. La mayoría lo hacemos de una forma cotidiana, y no sólo en la ducha, sin preocuparnos demasiado por la calidad de nuestro canto o por lo que van a pensar los demás que puedan escucharnos. Esto está bien y así debe ser. Pero cuando queremos llevar ese canto a otras situaciones, tal vez a alguna grabación o escenario, es común tener todo tipo de inseguridades y dudas.

Vamos a ver qué necesitamos, básicamente, para cantar dignamente y, porqué no, también para disfrutar al hacerlo.
Cantar por cantar
Lo primero que tenemos que decir en este asunto es que cantes.
Más allá de tus ambiciones artísticas, antes ni siquiera de pensar en conciertos, grabaciones o lo que sea que tienes en mente, tienes que entender qué significa cantar.
Estamos hablando de una de las facultades humanas más extraordinarias, algo que podemos hacer naturalmente y que tiene tantísimos beneficios que son difíciles de enumerar.
Quien canta su mal espanta, cantar por cantar, … llámalo cómo quieras. La sabiduría popular y la experiencia personal de cualquiera lo demuestra cada día, en cada momento que nos permitimos volcar nuestro canto y expresarnos con una melodía sencilla, por ejemplo.
Tienes que cantar, debemos aprovechar ese regalo de la naturaleza y si, además, ese canto supone una alegría o una emoción para otra gente, pues mejor que mejor.
Lo primero, entonces, es cantar.
Que nos guste cantar.
Que nos aporte algo personalmente.
Escuchar y escucharse
Y cantar con más recursos o herramientas, lo que llamamos «cantar bien» o «cantar mejor», consiste sencillamente en escuchar, escucharnos, cantar y otra vez, de nuevo.
Para empezar a tener más control sobre cómo cantamos, necesitamos escuchar con atención, con más atención de la habitual, y reconocer ciertas cosas que componen ese sonido especial de la voz humana.
Me refiero a la entonación, al ritmo, al timbre, a las inflexiones y pronunciación, por ejemplo, a toda esa información que recibimos como un todo al escuchar a alguien cantar.
A veces se utiliza la expresión «escucha activa» para describir esa forma especial de escuchar, identificar y entender los sonidos musicales.
Insisto en que no sólo se trata de notas sino también de estructuras melódicas, de dinámicas y volumen, de muchos matices que están directamente implicados en el canto.
Escucha música y escúchate a ti.
Porque no es exactamente lo mismo. Lo que percibimos como nuestra voz es una mezcla de lo que nos devuelve el lugar en que estemos cantando y nuestra acústica personal, lo que resuena en nuestro cuerpo.
Por eso a mucha gente se le hace extraño escuchar su voz grabada, por ejemplo, porque en esa situación estamos escuchándonos sólo «desde afuera» y eso es extraño, no estamos habituados a oír nuestra voz de esa manera.
Entonces, escucha música y escucha tu voz, tu canto, y ves reconociendo detalles, conectando información con sensación, identifica lo que te gusta y lo que puedes reproducir.
No tienes que cantar de todas las formas posibles sino tan sólo cómo puedas hacerlo y te resulte cómodo o interesante. Cada cantante tiene sus herramientas y sus preferencias: en ese conjunto consiste su forma particular de cantar, su estilo, si quieres llamarlo así.
Conoce y cuida tu voz
Nuestra voz es un instrumento musical, como ya sabemos, y cualquier instrumento debe conocerse y cuidarse.
Ese es un trabajo importante que debe ignorarse sin pagar las consecuencias, antes o después.
La educación postural o la respiración son fundamentales para poder cantar. De ellas depende gran parte del sonido que puedes emitir y de los efectos que tenga ese canto en tu propio cuerpo y también en la audiencia que te pueda estar escuchando.
Tienes que comprender cómo funcionan los órganos que intervienen en la producción de la voz, tener cierto control sobre tu abdomen, pecho, laringe y cavidades bucales.
Y necesitas, especialmente, un dominio importante del aire que entra y sale de tus pulmones, de la cantidad y la presión que vas a utilizar en cada momento, según las necesidades expresivas de los pasajes o las obras musicales que interpretes.
Todo ese entramado de mecanismos y cómo se relacionan entre sí, es lo que explica la voz que vas a poder usar en tus cantos.
Pero cuidar tu voz no sólo es una cuestión que afecte al momento de cantar sino que tienes que tenerlo en cuenta todo el día.
Hay cosas cotidianas que pueden arruinar y dañar tu voz y otras que van a preservarla.
- El alcohol, fumar, el café y los picantes intensos no favorecen el cuidado de la voz.
- Gritar o forzar la voz de cualquier manera tampoco van a ayudar a conservar en condiciones tu garganta.
- En cambio, beber agua regularmente y evitar el calor o el frío extremos, sí van a ayudar a la salud de tus cuerdas vocales y tu voz en conjunto.
- El descanso de calidad es otro factor decisivo para cuidar la voz.
En definitiva, debes entender tu instrumento vocal y cuidar de él, si quieres cantar regularmente con fiabilidad y mantener una buena salud.

Técnica y expresión
La voz humana es un instrumento increíblemente versátil.
Se puede cantar de cien formas distintas y muchas de ellas encierran un potencial expresivo extraordinario. Lo sabemos bien por cantantes de todo tipo que nos han estremecido una y otra vez y por nuestra propia experiencia personal cantando esas canciones.
Para adquirir ese control y ese conocimiento sobre nuestra voz, hay que cantar, tenemos que pasar a la acción y practicar, mientras escuchamos siempre, por supuesto.
Y para practicar podemos hacer ejercicios o ejecutar técnicas y demás sistemas que nos ayuden a mejorar, es lo que la mayoría de cantantes buscan o hacen.
Para cada detalle podemos encontrar varios ejercicios o técnicas. Por ejemplo:
- Calentamiento vocal: Antes de cantar, es importante hacer un calentamiento vocal adecuado para preparar tus músculos y evitar lesiones.
- Control de la respiración: La técnica de la respiración es fundamental para la buena entonación y control de la voz. Aprende a controlar la respiración y utilízala para mejorar tu técnica vocal.
- Conocimiento de la técnica vocal: Aprende sobre cómo funciona el aparato fonador para mejorar tu técnica para lograr una mejor calidad de sonido.
- Aprende música: Tener conocimientos de teoría musical, escalas, armonía y demás, puede ser de gran ayuda para encajar esas sensaciones y esos sonidos en un entendimiento global de la experiencia musical y artística.
- Estudio de canciones: Estudia y aprende de otros artistas y canciones para adquirir nuevas habilidades y mejorar tu estilo.
- Confianza: La confianza es clave para ser un buen cantante. Practica y ensaya hasta sentirte cómodo en el escenario, así llegarás a confiar realmente en tu voz y aptitudes.
Podríamos hablar de tesitura, registro o amplitud vocal y de más aspectos que afectan al canto pero valgan estos puntos como muestra.
Un apunte final.
Grábate cantando y escucha el resultado. Hoy en día es facilísimo con cualquier dispositivo y te va a ayudar comprender qué te funciona mejor y qué tienes que corregir o practicar con más atención.

Conclusiones
Cantar es más importante que cantar bien, es más importante que tener el reconocimiento de otras personas o su admiración. Podríamos decir, sin exagerar, que cantar es una celebración de la vida.
Si queremos algo más que eso, entonces hay que poner un extra de atención y de cuidado en cómo lo hacemos, pero sin transformarnos en máquinas o autómatas.
Tomar conciencia de las peculiaridades de nuestra voz y de las posibilidades que podemos aplicar al canto es la piedra angular de este arte.
Conocer tu cuerpo, las sensaciones que tienes al cantar y los efectos que produce hacerlo de una forma u otra es la base para que te sientas seguro y puedas disfrutar o experimentar, hasta dar con la forma ideal para ti, lo que usualmente se llama, tu voz.
Si quieres aprender a cantar mejor, empieza por escuchar y escucharte, establece un conocimiento y una intimidad muy cercana con tu cuerpo, cuídate un poco y aprende lo necesario mediante la práctica consciente del canto.
Puede ser un trabajo exigente pero, realmente, vale la pena.
Así aprenderás a cantar cada vez mejor, a no hacerte daño al hacerlo y tendrás la oportunidad de disfrutar de ese regalo que es el canto así como, tal vez, si te apetece, compartir ese tesoro con otras personas donde quieras, sin miedo, sin dudas, como vehículo de tus propias emociones y los sentimientos que nos conectan como seres humanos frágiles y, sin embargo, poderosos.
Sea como sea: ¡Canta!