La voz humana es un instrumento maravilloso. Es capaz de producir un sinfín de matices, de proveer de un torrente intenso de información por sí sola y, además, su papel en el contexto musical, nos permite lograr una expresividad y una emoción artística extraordinaria.

Vamos a ver como algo tan natural y cotidiano como cantar despreocupadamente una melodía, la letra de una canción o jugar con sencillamente con ella, explica muchos de los supuestos misterios que rodean a la composición musical y las canciones en concreto.
La voz, ese instrumento
La voz humana, más allá de su papel comunicativo y expresivo básico, es ni más ni menos que nuestro instrumento musical nativo.
¿Qué significa esto? Pues varias cosas, pero tal vez la más importante de todas es que nos convierte automáticamente, si no es que alguna patología lo impida, en músicos por naturaleza.
Quizás esto os parezca una afirmación exagerada o directamente un absurdo pero, antes de condenar a esta idea al limbo de las locuras, vamos a ver qué es la voz humana, qué podemos hacer con ella y qué hacemos efectivamente con ella de una forma cotidiana.
Fisiología
Si examinamos la fisiología, los órganos físicos que hacen posible que seamos capaces de emitir estos sonidos articulados, variados, significativos, veremos que la respiración, las cuerdas vocales y los resonadores corporales son los responsables directos de esa especie de milagro que nos ha tocado en la lotería de la evolución.
Sin entrar a fondo en cómo cantamos, o en cómo cantamos como cantamos, o en cómo deberíamos cantar para cantar como nos gustaría cantar, etc … diremos que al exhalar aire desde nuestros pulmones las cuerdas vocales en la laringe son capaces de vibrar y producir un sonido que es amplificado por los resonadores corporales, que son básicamente cavidades interiores de nuestro cuerpo, como el paladar, la lengua o los labios, por ejemplo.

El sonido vocal
Este mecanismo de respiraciones, fonación o creación del sonido y articuladores que hacen resonar la voz de un modo u otro, forma el timbre particular de cada persona, nuestra voz característica.
Por lo tanto, podemos decir que la voz humana es un instrumento de viento en toda regla que, combinado con el poder significativo del lenguaje le da una dimensión completamente extraordinaria.
Pero incluso sin tener en cuenta que podemos decir cosas con nuestra voz, el aspecto sonoro y musical de la voz humana es increíblemente rico y flexible en sí mismo.
Puede llegar a imitar a otros instrumentos con una fidelidad asombrosa, puede modularse y retorcerse muchísimo e incluso puede generar sonidos bastante radicales y extremos.
Cantar ilustrando claramente un lamento o una duda o un momento de debilidad o una gran alegría, euforia o desesperación, todo esto es posible modulando la voz, sin llegar a decir nada en concreto incluso.
Características principales
Las tres características principales de la voz humana son el tono o altura, el volumen y el timbre.
El tono o la altura es aquello que comúnmente asociamos con las notas. Más aguda o más grave, más alta o más baja, y lo relacionado con la afinación, en definitiva.
El volumen o intensidad o como quieras llamarlo es la fuerza que percibimos de una voz hablada o cantada, la presencia o predominancia, por decirlo así, de un flujo vocal respecto a otras fuentes sonoras.
Y, por último, el timbre. Cada voz tiene su propio sonido, sus propias cualidades reconocibles, su sello personal que es el resultado de ese recorrido por el interior del cuerpo humano antes de salir por nuestra boca. Desde un punto de vista puramente sonoro, la combinación de las distintas presencias de los armónicos naturales es lo que distingue el timbre de una voz del de las otras.
La tesitura
Un concepto relacionado con el canto es la tesitura. Esta palabra se refiere al rango que cada voz humana es capaz de reproducir con claridad y fiabilidad. A las notas que podemos cantar con nuestras características corporales y nuestras habilidades en ese proceso.
Tradicionalmente, se ha dividido a las voces humanas en cuatro grandes grupos.
Entre las voces femeninas las sopranos y las altos o contraltos. Entre las masculinas, los tenores y los bajos.

Pero en el mundo real y no teórico, una voz humana puede exceder esos rangos o tesituras y abarcar más notas o menos. Por ello, rangos o extensiones añadidas aparecieron en este ámbito teórico, tales como los barítonos o las mezzosopranos.
Una voz sana y moderadamente controlada puede llegar a abarcar un rango de dos octavas aunque las excepciones y los casos son innumerables. Cada voz es distinta y, para cantar, realmente, la tesitura o amplitud de notas que podamos producir es tan sólo un factor más en el acto y arte de cantar.
La voz y la música
Hablemos ahora un poco sobre la relación especial que existe entre la voz humana y la música.
A veces, cuando estamos inmersos en la práctica de nuestro instrumento musical preferido o habitual, por ejemplo, es muy fácil perder de vista las características más básicas de este arte: la melodía y el ritmo.
Estos dos pilares de la música son, casualmente, o no tanto, elementos que una sola voz humana puede reproducir sin ninguna ayuda externa.
La armonía, por ejemplo, cantar un acorde tan solo puede conseguirse con una forma arpegiada de canto, sucesiva, o con técnicas vocales complejas.
En cualquier caso, esto da una idea de la estrechísima relación de la voz humana con cualquier forma musical.
Componer cantando, por ejemplo, es la cosa más habitual del mundo, la más lógica, si lo pensamos bien, y probablemente la más efectiva.
Tan sólo por mencionar un elemento decisivo en el desarrollo musical de cualquier obra, hablaremos del silencio.
Aunque parezca algo contradictorio, cuando cantamos necesitamos inspirar para interpretar cualquier melodía o pasaje musical y esa necesidad se traslada inevitablemente a la lógica y el sentido de incluir pausas, dividir el flujo creativo, dejar espacio para organizar las frases musicales y establecer una especie de diálogo entre ellas, por poner algunos ejemplos.
Las pausas, entre otras características vocales impregnan toda la música desde su concepción y le dan de algún modo ese toque humano, fragmentario, estructurado y rico, frente a otras opciones que, si bien son posibles técnicamente en algunos casos, choca directamente con la manera como percibimos las cosas y nos expresamos.

La voz y las canciones
¿Y qué decir de las canciones?
La voz es el elemento distintivo de estas obras y, de la misma forma que la música o incluso más, está condicionada por los límites fisiológicos del aparato fonador humano. Por otro lado, se beneficia de sus múltiples cualidades y opciones tanto significativas como puramente sonoras.
Todos y todas hemos tenido la oportunidad de escuchar una canción que ya conocemos interpretada por una nueva voz que nos ha hecho redescubrirla, posiblemente descubrir otros matices sorprendentes o sencillamente sublimes que en la versión anterior u original no se daban o eran bien distintos.
La voz cantada es un pozo sin fondo, regularmente nos da sorpresas mayúsculas y escuchamos cosas que ni siquiera habíamos imaginado posibles.
Por lo tanto, la voz humana aplicada al canto es algo completamente natural y, al mismo tiempo, algo extraordinario, con un abanico de posibilidades increíble que, sinceramente, se explota poco en la realidad musical, debido a la tendencia humana a hacer las cosas del mismo modo que se vienen haciendo, a las modas, a los géneros o estilos de cada época o comunidad, a buscar el éxito o el reconocimiento mediante la emulación de otros y otras anteriores.
De vez en cuando, por suerte, se producen excepciones que confirman esta regla y nos alegran los oídos con algo distinto.
Cantantes como Leonard Cohen o Serge Gainsburg, recitadores casi más que cantores, Dolores O’Riordan, de The Cramberries, quebrando su voz puntualmente y dando un extra de expresividad con ello, Cantantes experimentales y radicales como Diamanda Gallas y muchos otros, juguetones y muy variados como Liza Minelli o Jeff Buckley, etc …
En español, igualmente, Enrique Bunbury con ese énfasis característico, Serrat, Luis Alberto Spinetta, cada uno con su forma de cantar característica, y algunos otros han logrado una expresividad personal en sus interpretaciones, te gusten más o menos.
El canto en la música popular moderna suele buscar la naturalidad y generalmente se usan pocos artificios o experimentos vocales. De cualquier manera, conocer conceptos de técnica vocal como la impostación, la proyección y otros puede ser útil para tomar conciencia de cómo cantamos y, tal vez, de cómo podríamos cantar o enriquecer nuestra forma particular de interpretación vocal.

Conclusiones
Expresión y comunicación, subjetividad y objetividad, emoción más datos, sentimientos e información, todos estos elementos y más se reúnen en el potencial del canto.
Cantar es un pilar de la música y las canciones, probablemente, el principal.
Incluso los pasajes instrumentales, el fraseo de muchos instrumentos y la lógica de los desarrollos melódicos beben directamente de cómo hablamos y cantamos, de lo que podemos hacer y lo que no, y acaba siendo para la mayoría de nosotros un fundamento del entendimiento y el sentido que percibimos de la música que escuchamos.
El canto es mucho más que cantar pero el simple hecho de cantar es ya importantísimo para la comunicación, para vivir completamente, para la salud incluso.
Tenemos que cantar en cualquiera de sus formas. Cantar en solitario y en compañía, expresarnos a través de este instrumento fantástico que la evolución nos ha otorgado, cantar para conocernos y que nos conozcan mejor, cantar en la ducha, en la cocina y en la calle, cantar para componer música y canciones, cantar para tocar mejor cualquier instrumento musical.
Cantar, escuchar, y por encima de todo, cantar.
No tengo un consejo mejor que dar.