Para comenzar a escribir una canción necesitamos sólo dos cosas esenciales: la motivación y una idea.

Las ganas de hacer canciones, el propósito que nos impulsa a poner nuestra cabeza, nuestro corazón y nuestra garganta al servicio del fantástico oficio de componer canciones puede ser de lo más variado.
Puede que queramos expresar el amor que sentimos por otra persona, denunciar una injusticia, enviar un mensaje directo a alguien por cualquier razón, alcanzar la fama y el dinero, explicarnos este mundo a veces incomprensible y un largo etcétera.
Cómo empezar a componer canciones
Y el otro elemento indispensable para ponernos manos a la obra es la idea, aquello que va a ir marcando el camino de la creación, la guía que nos hará elegir unas palabras y unos sonidos y descartar otras.
Vamos a ver unos cuantos puntos desde donde podemos comenzar a escribir una canción.
1. Empezar con la melodía
Tal vez lo más fácil de todo. Vas por la calle y tarareas una melodía. Tal vez una melodía que conoces y, de pronto, cambias algo en ella. Por error, por un olvido o por pura inspiración.
Y ahí la tienes: una nueva melodía. La candidata número uno para una nueva canción.
Puede que esto te suene absurdo o imposible, pero te puedo asegurar que las melodías aparecen, a menudo, así. Casualmente, sin ningún esfuerzo, con esa naturalidad.
Para no olvidarla, grábala en tu teléfono, en cualquier aplicación de audio y, más adelante, si quieres, dale su oportunidad. Pon algunos versos sobre ella, explica algo importante para ti, lanza un grito al universo.
Escribe una canción.

2. Empezar con unos acordes
Si tocas la guitarra o el piano, estarás acostumbrado o acostumbrada a pasar el tiempo practicando despreocupadamente, dejándote llevar, combinando cosas que ya sabes y descubriendo otras.
No importa el nivel instrumental o musical que tengas. Ya sabes que muchas de las mejores canciones de la música popular moderna consisten en un ritmo sencillo, una melodía, una letra directa y tres o cuatro acordes, en total.
Acordes simples, fáciles de aprender por cualquiera. Nada de viguerías armónicas, extensiones, modulaciones y demás artificios. Unos acordes básicos son más que suficientes para componer canciones.
3. Empezar con el ritmo
El ritmo es poderoso. Está anclado en lo más profundo de nosotros. No podemos evitar mover ese pie siguiendo a la batería o al beat, contonear levemente nuestro cuerpo.
Podemos decir que el ritmo es lo primordial, algo que está en nuestra sangre y en nuestros huesos, algo que, sencillamente, es parte de todos nosotros.
Escucha una base rítmica o improvisa un ritmo sencillo, camina con él, grábalo en audio. Y, a partir de él, continúa. Suéltate y deja que salgan tus palabras, juega con alguna melodía, añade elementos que te suenen bien, que tengan sentido para ti.
Antes de lo que crees tendrás un buen material para tu nueva canción.

4. Empezar con una letra
Las letras son un clásico a la hora de generar canciones. Algunas frases para empezar una canción han surgido de lo cotidiano, de casualidades y también de momentos de tristeza y desesperación.
Escribir, pensar usando palabras y expresiones estilizadas es algo muy habitual para cualquiera de nosotros y nosotras. Mucho más normal de lo que creemos y sin el halo de magia que a veces envuelve a los escritores y escritoras, o creadores y artistas, en general.
Escribir la letra de una canción es algo que está a alcance de cualquiera. Te lo aseguro.
No hace falta tener un dominio excelso de tu idioma, ni ser retorcido o muy sofisticado con las palabras. Las canciones, generalmente, agradecen una escritura sencilla, la autenticidad de cada persona, la claridad de lo que nos hace únicos y especiales.
¿Quién no ha agarrado un papel y ha escrito unas pocas frases en un impulso puntual? Ese es el inicio de muchísimas canciones. Escribe, escribe cualquier cosa: esas palabras van a tener un gran poder y, si ponemos algo más de nuestra parte, pueden llegar transformarse, sin muchos problemas, en una canción.
Si no te sientes capacitado para crear la música, busca un especialista. El mundo está lleno de músicos que no se llevan bien con la escritura. Te necesitan.
5. Empezar con un sonido
Los sonidos en sí mismos pueden ser increíblemente inspiradores. La música moderna nos ha regalado un montón de herramientas y programas para experimentar con el sonido y crear nuevas texturas y colores que maravillan a nuestros oídos.
Si tienes un sintetizador, por sencillo que sea, ya puedes probar a manipular sonidos y ver cómo resuenan en ti. Los efectos para guitarra, los pedales y amplificadores con emuladores, las aplicaciones de software, los DAW, los samplers, …
Hoy en día, hay tantas posibilidades y tan accesibles que no debemos dejar de llamar a esa puerta, de abrir ese espacio de inspiración y ayudarnos de él para escribir nuestra canción.

6. Empezar por el estribillo o por la estrofa
Es habitual componer con la ayuda de un instrumento y que la letra y la música surjan al mismo tiempo.
Hacer las cosas así no sólo acelera el proceso, ya que los diferentes planos o elementos esenciales de la canción nacen ya encajados, por decirlo así, sino que aumentan las posibilidades de que el resultado sea natural y suene bien.
A menudo, ese juego de voz e instrumento va a dar sus frutos. Cuando tengas un pedazo de música y letra coherente, con sentido, puedes preguntarte si tiene el potencial necesario para ser un estribillo, algo memorable, tal vez el contenedor del título y la idea general de la canción. Si no es así, y lo que tienen entre manos es más bien es algo narrativo, más tranquilo, algo que puede desarrollarse en otras secciones semejantes, probablemente vas a estar frente a una estrofa de tu nueva canción.
A partir de ahí, tira del hilo y completa lo que le falte. Si tienes un estribillo intenta buscar algo que contraste con él y pueda funcionar como estrofa. Si tienes una estrofa, escribe alguna otra en esa línea y explora algo distinto, una resumen, un punto álgido donde componer tu estribillo.
Si necesitas otras secciones distintas para completar la canción ya lo irás viendo durante el proceso.
7. Empezar con el título
Muchas veces, la idea llega como un rayo, como una piedra que cae en nuestra cabeza, como una revelación o como un título.

Siempre estamos pensando en algo. Nuestro cerebro es una máquina y no puede dejar de pensar, de sentir y de volver a pensar y, a veces, si prestamos atención, entre tanto ruido cristaliza una palabra, una expresión o una pequeña frase. Puede que estemos frente al título de nuestra próxima canción.
Anótalo. Sigue pensando pero con esas pocas palabras, con ese título en potencia como un guía, como una referencia. Llama a aquello que dentro de ti, lo creó. Reúne unas pocas piezas y desarrolla lo que pensabas, lo que querrías decir al mundo y ve armando la canción.
8. Empezar con la estructura
La estructura de una canción es aquello que va a organizar los elementos que la componen y va a darle un sentido completo.
Muchas veces, el orden y los elementos que componen una canción son fieles representantes de lo que ocurre en ella, del estilo, del mensaje, del objetivo que persigue.
Una manera de empezar canciones es proponernos una estructura definida. Por ejemplo: Estrofa/Estribillo/Estrofa/Puente/Estribillo.
Podemos partir de esa visión global de la canción para literalmente ir rellenando las partes de la canción con esbozos verbales o musicales. Esa referencia de conjunto, ese saber dónde estamos en todo momento, es una gran ayuda para organizar lo que queremos decir, para que una cosa lleve a otra con coherencia y, tanto el proceso como el resultado final sea más fluido y más claro.
9. Empezar con otra canción
¿Cómo dices?
Sí, has leído bien. Las canciones no sólo surgen de la vida misma, de nuestros sentimientos y demás sino que, al ser artefactos que tienen una larga historia, tienen su propia tradición, su propia herencia. Entonces no te parecerá tan extraño que, de una manera natural, una canción surja directamente de otras canciones.
Puede ser una respuesta o un eco de otra canción anterior. Puede ser una inspiración en cuanto al tema, al ritmo, a la armonía o a cualquier elemento de otras canciones.
Aprendemos a escribir canciones tocando y cantando otras canciones y, por lo tanto, nuestras herramientas serán las mismas, en su mayor parte, y los resultados tendrán semejanzas importantes con canciones anteriores.
Es lo normal. Está bien. No se trata de copiar, ni de hacer un plagio de esta o aquella tonada. Es imposible hacer algo absolutamente original, todo surge de otras obras anteriores.

10. Empezar con cualquier cosa
Otra manera de empezar a escribir canciones es buscar la chispa y la inspiración en otros lados. Lee novelas o escucha las noticias, escucha música variada o toca instrumentos que no domines, relaciónate y estate bien atento a lo que se dice, a las historias de tus amigo, amigas y conocidos, recuerda tu propia historia vital, …
Ten presente que en cualquier parte, en cualquier momento, de cualquier manera puede aparecer la ocasión, la semilla, la provocación que ponga tu mente creativa en movimiento.
La atención, el foco, suele conducir a la solución, a los resultados, a una y otra canción.
Empieza por donde quieras
Realmente, las canciones pueden brotar de cualquier cosa. Un sólo acorde, una tonalidad, un sonido accidental, …
Si nos sucede algo, por pequeño que sea, algo que sencillamente nos llegue a afectar de un modo especial, eso puede suficiente para convertirse en el catalizador que genere la idea y el resto de una canción.
La vida es un carrusel, no dejan de pasar cosas incluso en las épocas más tranquilas. Y nosotros somos máquinas de sentir, de pensar, de reaccionar.
Y ¿qué decir de nuestro cuerpo? Un organismo vivo, complejo, sencillo; un instrumento perfecto para cantar, para crear sonidos, para escribir canciones, en definitiva.
Empieza tu canción. Hay mil motivos para hacerlo. Te va a hacer bien.
Y el mundo, con su absurda deriva, con su silencio, y los humanos, con nuestras imperfecciones mil veces repetidas, te lo vamos a agradecer.
Pon un poco de atención. Busca en tu interior. Empieza ahora.
Hazlo.