A algunos les gustan, otros las odian y los demás las soportamos cómo podemos. ¿A qué me refiero? Sí, a las redes sociales, una de las principales maneras de relacionarse, promocionarse y agotarse, hoy en día.

Vamos a ver el impacto que han tenido en el mundo de la música y las canciones.
Orígenes y evolución
Pues sí. nos guste más o menos, las redes sociales son una realidad aplastante en las vidas de los humanos del siglo XXI.
No podemos negarlo o, sencillamente, mirar hacia otro lado sin más, y no sufrir algunas consecuencias por ello.
Aunque Internet, más o menos como lo conocemos, a finales del siglo XX ya llevaba años desarrollándose y, gracias a esa nueva red de comunicaciones, se podían conectar personas mediante el correo electrónico o algunas formas de chat, la idea de diseñar un programa destinado a la interacción personal online más completa y versátil no se desarrolló hasta los últimos años del siglo.
Para hacer un rápido repaso de la historia de este tipo aplicaciones diremos que, aunque la que se considera primera red social, llamada SixDegrees fue lanzada en 1997 y cerró en 2001, el fenómeno empezó a explotar en los primeros años de siglo.
Curiosamente, las primeras que tuvieron cierta relevancia fueron redes sociales enfocadas a asuntos bastante específicos. Por ejemplo, Friendster, en 2002, convocó a los amantes de los videojuegos, Linkedin, en 2003, orientada a negocios y contactos profesionales y, para lo que a nosotros nos interesa, MySpace, también en 2003, que reunía a creadores y fans de propuestas musicales de todo tipo.
Myspace se convirtió, en poco tiempo, en el lugar de referencia para descubrir nuevas bandas, y no tan nuevas, y una forma de mostrar públicamente tus preferencias personales, tus gustos musicales y la admiración o incluso devoción que sentías por éste o aquél artista.
En 2004 nació la que posiblemente reconocemos como primera red social generalista, donde cualquiera podía crear su perfil y empezar a conectarse virtualmente con conocidos y también con desconocidos. Me refiero a Facebook.
Su éxito fue indiscutible y, con el paso de los años, fue implementando funcionalidades para gestionar ese volumen ingente de personas, millones y millones, los likes, su messenger o los grupos para reunir a gente con intereses afines, etc …
En 2005, nació otro monstruo de la comunicación moderna: YouTube. Con la tecnología llamada streaming, aplicada a mostrar videos y la libertad que daba a cualquiera de crear y subir su propio contenido audiovisual, se convirtió en el dominador de este tipo de formato comunicativo, especialmente después de ser comprado por el todopoderoso Google.
Sin ser exactamente una red social, la música con sus extensiones audiovisuales, videoclips y videolyrics y otro tipo de propuestas, como sus Shorts, videos cortos en formato vertical, encontró en Youtube un lugar ideal para su difusión artística y un alcance potencial extraordinario. Los comentarios de los, videos, las listas de reproducción y la pestaña de comunidad de los canales, son los principales componentes que la relacionan con la idea de red social.
Entre las redes más conocidas, hay que mencionar a Twitter, centrada en la actualidad y en mensajes cortos de texto y posteriormente en material audiovisual también. Fue pionera en el uso de hashtags, etiquetas para localizar y seguir temáticas concretas entre los millones de mensajes diarios.
En 2009 nació otro monstruo, Whatsapp, que inicialmente era una aplicación pensada como agenda de contactos inteligente y que ha acabado por ser el medio de comunicación diario de más de 2000 millones de personas, sustituyendo prácticamente a los Sms e, incluso, a muchas llamadas de teléfono.
Sin ser una red social, digamos, pura o clásica, no se puede negar su capacidad social, con la creación de grupos, por ejemplo.
Pero aún hay más.
En 2010 se creó Instagram, que rápidamente se convirtió en la principal red fotográfica, con su peculiar formato cuadrado inspirado en las antiguas Kodak o Polaroid.
Instagram conectó con un público más joven que Facebook y fue creciendo con sus Stories, contenido efímero, sus mensajes directos entre perfiles y, últimamente, con la inclusión de sus Reels, videos cortos en formato vertical.

Y la última red, la que está forzando a las demás a reinventarse, Tik Tok.
Nacida en 2016, es tal vez la ultima revelación en el mundo de las redes sociales. Videos cortos en formato vertical, ¿os suena? y un algoritmo que, en lugar de fomentar suscribirse o seguir perfiles, se centra en mostrar a los usuarios contenido parecido a lo que consume en la aplicación, ha conquistado al público más joven, y poco a poco también al resto de edades y marcas. Inicialmente puro entretenimiento, música recortada o fragmentada como componente importante, rápidos cambios de contenido y con el tiempo, abriéndose a nuevas temáticas y propósitos, Tik Tok parece estar marcando el camino hacia el futuro próximo de las redes sociales.
Podríamos hablar de Pinterest o Twitch y de otras pero, para no alargarnos más, mencionaremos a un actor importante en la música del siglo XXI y que, sin ser tampoco una red social, intenta incluir algo de ese mundo en su propuesta y su negocio. Me refiero a Spotify.
Creada en 2006 y lanzada en 2008, después de conseguir los derechos de reproducción de las canciones de las grandes compañías discográficas.
Spotify es básicamente un servicio de música y audio en streaming bajo demanda que ha conseguido posicionarse como la referencia para casi cualquiera que quiera mostrar sus creaciones musicales al mundo.
Con la funcionalidad llamada, playlists, además, ha introducido una pizca de lo que conocemos como red social y, de paso, ha generado un negocio alrededor de estas recopilaciones y las canciones que se incluyen en ellas.
¿Qué es una red social?
Con toda esta lista en mente, y otras más minoritarias que no hemos mencionado, vamos a preguntarnos, para dejarlo claro, qué es una red social.
Podemos decir que una red social es un servicio digital online que permite crear perfiles personales o profesionales y conectarse con otros, según los intereses de cada cual. En estos servicios se puede consultar, descubrir, crear, valorar y comentar contenidos propios o ajenos y tener algún tipo de comunicación directa entre ellos.
Suelen estar gobernados por algoritmos que seleccionan qué aparecerá por defecto en la vista de cada usuario y, entre otras cosas, regulan el flujo de contenidos y anuncios, que es su principal fuente de ingresos.
Si tuviésemos que enumerar las características principales de una red social diríamos que incluyen
- Un perfil o ficha o avatar personal, profesional o empresarial
- Un apartado de información propia básico
- Un muro, feed o listado de publicaciones propias o ajenas.
- Capacidad para publicar y compartir contenidos
- Posibilidad de comunicarse directamente con otros perfiles
- Posibilidad de crear grupos públicos o privados alrededor de intereses o temáticas concretas.
Aunque no todas tiene todo este listado de funcionalidades, podríamos decir que si que aspiran a cubrir estas posibilidades de una u otra forma.
En definitiva, una red social quiere replicar de la forma más fiel y sencilla posible, las relaciones personales y sociales de toda la vida, y llevar a la palma de nuestra mano esa posibilidad, en cualquier parte y en cualquier momento.
Esa sería su ambición y el principio de su negocio también, los publicidad pagada, es decir, los anuncios.
Bueno, ahora que tenemos claro qué es o qué aspira a ser una red social, vamos a ver cómo han encajado en todo este tinglado nuestras queridas canciones.
La música y las canciones en las redes
Y si una red social no deja de ser, aunque sea virtualmente, una comunidad de personas que se relacionan, la música y las canciones tienen el mismo papel que en el mundo analógico, es decir, entretenimiento, expresión y, hasta cierto punto, identidad.
Recordemos por un momento cómo era descubrir y convertirte en admirador de cantantes o grupos en el siglo XX.
Por un lado, estaban los medios de comunicación de masas, la radio, la televisión, fundamentalmente y, por otro lado, el boca a boca, es decir, la recomendación de un amigo o conocido.
Las redes sociales, aprovechando la potencia de la tecnología digital, de pronto eran capaces de reunir en un mismo lugar estas formas de detectar y disfrutar música.
El negocio real de las redes sociales, como ya he comentado antes, somos nosotros mismos y la publicidad segmentada que pueden ofrecer gracias a nuestros datos a sus anunciantes, algo sin precedentes en la promoción y el marketing tradicional.
Por lo tanto, cuando utilizamos estas redes, nuestro rastro, anonimizado por ley pero identificado como un sujeto concreto, nuestras preferencias, gustos, opiniones y comentarios son almacenadas, clasificadas y organizadas de tal manera que, un grupo que grabe canciones por ejemplo de Pop electrónico, podrá hacer publicidad de su propuesta a gente que haya manifestado un cierto grado de interés por ese tipo de música.
Ya sea mediante cookies o el simple uso de las apps nativas de estos servicios, consiguen esa información, la almacenan en bases de datos y la tratan y preparan para su uso.
Es aquel momento casi mágico en el que, mientras estamos viendo contenido de nuestros contactos, aparece un anuncio de algo que nos parece interesante, que parece perseguirnos y que en efecto lo hace, porque sabe que nos gustan esas cosas.
Bueno, canciones o cualquier otra cosa, ya lo sabemos. Ese es el mundo en que vivimos y en el que parece que lo vamos a seguir haciendo, de una forma u otra, con unas redes u otras nuevas y diferentes, durante mucho tiempo.

Y, como redes sociales que son, el uso de la música y las canciones en ellas reproducen de alguna forma lo que sucede en la vida no virtual de la gente normal. Escuchas una canción en algún lugar, no importa cuál, o un conocido te recomienda o te habla de algún artista o grupo y tú lo buscas y escuchas sus canciones.
Tal vez utilizarás esa música para ambientar tus propios contenidos digitales, o los transformarás y trocearás para cualquier propósito personal.
Pero también, si te gusta lo suficiente, tal vez te suscribas a su canal de YouTube, o le sigas en Spotify o hagas cualquier acción equivalente en la red social que quieras y, de pronto, te conviertas en algo parecido a un fan.
Esa forma de descubrir o seguir públicamente la trayectoria o el trabajo de esa o aquella banda o cantante se ha convertido en el equivalente moderno a lo que antes sucedía en los barrios y ciudades del mundo.
Antes de la revolución digital, si querías escribir canciones y tocarlas en solitario o con tus amigos o compañeros de grupo, alquilabas un local de ensayo o te metías en el garaje o similar de algún familiar y creabas y ensayabas tus composiciones. Después, intentaban tocar en algún escenario de tu barrio o tu ciudad y el objetivo era hacerse un nombre allí, que te quisieran volver a ver una y otra vez, que la gente lo pasara bien o se emocionara con tu propuesta.
Si pasabas esa fase, es posible que ampliaras tu radio de acción a otras localidades cercanas y, eventualmente, alguien con cierto poder en la industria discográfica os propusiera un contrato o grabar alguna canción o cualquier otro trato ilusionante, prometedor y, a menudo, peligroso por abusivo.
Sea como fuere, parece que esos tiempos han pasado.
Nos guste o no, hay que reconocer la realidad y la realidad deja clarísimo donde pasamos el tiempo, donde estamos conectados y abiertos a descubrir o perseguir musica y canciones.
Internet, en general, lo que conocemos por webs, y las redes sociales con su omnipresencia ocupan una gran parte de nuestra vida y allí, entre todas esas luces y colores y sonidos, entre la magia de las producciones audiovisuales de todo tipo, aunque parezca mentira, también suceden cosas más o menos reales.
Y un día nos encontramos con un artista que no conocíamos y, tal vez, escribimos un comentario de agradecimiento o felicitación o le enviamos un mensaje y, quizás, sólo quizás, nos responde.
Ahí tenemos la réplica, la versión digital de aquel concierto del siglo XX donde escuchaste una canción en la radio o la televisión, y después fuiste a un concierto de ese grupo y te gustó y, tal vez, sólo tal vez, cuando terminó, pudiste hablar con alguno de sus miembros y decirles personalmente que había sido genial, que tucancione preferida era esta o aquella y, en ese momento, te habías convertido en una especie de fan.

Conclusiones
En fin, la era moderna, lo digital, las redes sociales, nuestra vida y lo que nos rodea y nos atraviesa.
Perfiles personales y profesionales, comentarios, likes, mensajería directa interna, playlists y demás herramientas que permiten definir qué nos importa y nos define o comunicarnos de alguna manera con otros usuarios registrados en un programa informático.
Podemos perder el tiempo en ellas, seguro. Podemos utilizarlas para seguir y alcanzar nuestros objetivos, por supuesto. Podemos pasar de ellas y vivir al margen, … tal vez , parece difícil pero todo es posible, supongo.
Negar la realidad, en mi opinión, siempre ha sido una estrategia peligrosa, aunque la realidad que nos haya tocado vivir te parezca irreal y pobre o directamente falsa.
El mundo es como es y no como nos gustaría que fuese, por suerte o por desgracia. Todos las innovaciones a lo largo de la historia han traído consigo consecuencias mejores y peores, sin duda, y así se han ido repitiendo algunas cosas desagradables una y otra vez, mientras ciertas novedades hacían nuestra vida mejor, con más posibilidades o más cómoda, al menos.
No me gusta decir aquello de antes estábamos mejor. No creo que sea cierto al cien por cien y, además, pensar así no me sirve de nada en el día de hoy. Bueno, sí, tal vez para amargarme.
Tampoco creo que tengamos que ser visionarios o sencillamente halagar cualquier innovación que llegue o se aproxime a nuestras vidas. No sé si el futuro será mejor o peor, depende, supongo, de para quien, de donde , de tantos otros factores.
Pero sí sé que estoy vivo y que hoy es hoy y que tengo a mi alcance lo que tengo a mi alcance. Y con eso es con lo que puedo vivir, con una selección hecha a mi medida, de la forma que me parezca más conveniente o sostenible para mi, y eso es lo que intento hacer.
¿Estoy en todas las redes sociales?, no. ¿Las odio? no. ¿Las amo?, no. ¿Las uso?, algunas sí. ¿Me gustan?, depende del cuándo, del qué y del cuánto.
En fin. prefiero ver todo esto del mundo digital como un añadido, como algo complementario, como una posibilidad más que yo tengo la responsabilidad de gestionar bien, antes que pensar en ello como en una amenaza o un sustituto o un ladrón siniestro de almas.
Piensa en ello y haz lo que te parezca mejor, faltaría más.
Pero, decidas lo que decidas, no dejes de hacer canciones. Hoy y mañana, como siempre, las vamos a necesitar.