El éxito, esa palabra, esa idea que ronda la cabeza de tantas personas, también de artistas y músicos, que promete todo tipo de beneficios y alegrías. La formula del éxito, el precio del éxito, el éxito comercial, el éxito personal, … Muy bien pero, ¿nos referimos siempre a lo mismo o hay diferentes versiones de lo que podemos entender como éxito?

Vamos a ver qué encontramos detrás de esta palabra mágica, de esa agitadora de multitudes.
¿Qué consideramos éxito?
Lo primero que deberíamos hacer, como casi siempre, es despejar un poco el tema terminológico y ponernos de acuerdo en el significado de éxito, para evitar definiciones personales y asegurarnos de que estamos hablando de lo mismo.
El diccionario de la lengua dice respecto a la palabra éxito:
Del lat. exĭtus ‘salida’.
- m. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.
- m. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
- m. p. us. Fin o terminación de un negocio o asunto.
Estas tres acepciones tienen en común su raíz etimológica, exitus, que vendría a ser salida, final.
Es curioso que con el paso del tiempo, a el uso de la palabra éxito se haya asociado con tanta fuerza a algo bueno, al reconocimiento, al beneficio, a la fama, algo que parece que empezó como una simple escapada o el final de algo.
Como no tenemos a ningún experto en lenguas antiguas a mano, vamos a dejar esta curiosidad aquí y nos vamos a centrar el tema de hoy.
Hay que reconocer que, aunque el diccionario relacione tan directamente lo público o lo comercial con este concepto podemos distinguir diferentes tipos de éxito.
Pero también se usa a menudo en un contexto privado para señalar las etapas superadas de un aprendizaje o trabajo personal, y se siente como un éxito íntimo que de esta forma puede ser, en el ámbito musical, dominar una nueva técnica interpretativa, entender un concepto de teoría musical, componer una canción con la que nos sintamos satisfechos y situaciones semejantes.
Para el propósito de este artículo vamos a fijarnos en estas dos formas de percibir el éxito y algunas contradicciones y consecuencias, bastante sorprendentes.
El éxito comercial
Empecemos con el éxito público, que se entiende casi siempre como éxito comercial.
Ese tipo de reconocimiento está basado en el dinero, por supuesto, y también en la popularidad y tal vez incluso en la crítica de los medios o supuestos expertos especializados y, a menudo, condicionados por su sueldo o negocios ocultos.

Para el éxito comercial lo primero necesario e indispensable es la difusión, que se escuche una canción por el mayor número de personas posible, por lo tanto, los medios de comunicación tradicionales, la radio, la prensa y la televisión durante décadas fueron el embudo que se tenia que atravesar para pasar de desconocidos a conocidos.
Y los medios de comunicación de masas eran, lógicamente, grandes negocios y su razón de ser, antes que transmisores de arte digamos de calidad, productores de beneficios.
En este principio del siglo XXI, con el desarrollo de la tecnología digital, se ha diluido un poco ese poder comunicativo y es posible conseguir esa difusión a través de las redes sociales de una forma más o menos independiente.
Otro asunto relacionado con el éxito público es que, especialmente los intérpretes, sufren una transformación, a veces feliz y otras traumática. Pasan de ser personas a ser personajes. Esto es así, te guste o no, tengas una actitud extrovertida o introvertida, te guste la moda o la detestes, quieras ser normal o especial o sueñes con pasar desapercibido. No importa.
La fama, la popularidad, que te conozcan por medio de entrevistas, foros, videos o de cualquier otra forma, da como resultado una imagen parcial y distorsionada de quienes realmente somos. Es inevitable, por mucha sinceridad que pongas en tus intervenciones mediáticas.
La audiencia, cada persona que te conozca por esos canales, va a hacerse una idea determinada de ti, y ese tú va a ser tu personaje.
Además, y relacionado con estas cuestiones, esta el tema de los géneros musicales. Si se te conoce por ser rockero, o hacer música de baile, o cantautor o trapero, no importa, esa va a ser la etiqueta artística que se te ponga y, una vez que esto suceda, te va a ser difícil salir de esas coordenadas y mostrar obras bien distintas, por mucho que tu espíritu creativo te lo pida.
Los mecanismos comerciales, las costumbres de buena parte de las audiencias y, supongo, la comodidad o la relación potente que a menudo se establece entre cierta música y momentos de nuestra vida personal provocan este tipo de situaciones.
Es el lado oscuro del éxito comercial, quedar encasillado en un estilo o tipo de canciones. Verse obligado entre comillas a producir o crear siempre canciones similares o, al menos, interpretar los viejos clásicos de juventud en perjuicio de las nuevas composiciones.
Como se puede ver, muchos factores, la mayoría de ellos, externos a la canción en sí misma. intervienen en el éxito o fracaso comercial de una música determinada en un tiempo determinado.
Éxito personal
Por otro lado, como hemos dicho, existe un ámbito personal, privado, íntimo, donde una compositora o compositor de canciones está inmerso cuando escribe sus obras.
Aunque no es un lugar completamente aislado y lo público o externo se infiltra y forma parte también de ello, en alguna medida, cuando creamos una melodía o redactamos un esbozo de la letra de una canción, se supone que estamos volcando algo de nuestro interior, de nuestra experiencia y visión de la vida.
Eso es, además, lo que se espera de nosotros y nosotras. Nuestro sello personal en esas piezas artísticas, nuestra verdad y, tal vez, lo que será el aspecto de nuestro personaje público si es que llega a existir.

En cuanto a lo personal, el éxito va a depender de nuestras expectativas, básicamente.
Si hacemos canciones pensando en la fama, pues eso va a ser lo que valide nuestras obras. Si escribimos con un enfoque más íntimo, lo que consigamos imprimir en ellas como algo en lo que nos reconozcamos va a ser la medida de nuestro juicio sobre ellas. Si pensamos en componer cosas complejas , cuanto más complejo y sofisticado sea el resultado, más conformes estaremos. etc …
Podríamos decir que el éxito personal es sentirse realizado, aunque sea momentáneamente. conforme con el esfuerzo o el trabajo o la sinceridad vertida en una canción.
Pero ojo, porque, a veces, las expectativas estan equivocadas y asociamos cosas que no tienen necesariamente relación entre sí. Por ejemplo, complejidad y calidad, o sofisticación y reconocimiento, o sinceridad y calidad, y un largo etcétera.
Es decir, lo difícil no es bueno ni malo per se. Del mismo modo, lo sencillo, tampoco. Por lo tanto, a la hora de escribir nuestras canciones es mejor no incurrir en estos malentendidos. Nos ahorraremos, así, algunos disgustos.
Conclusiones
Bien, entonces, considerando todo esto, ¿cómo debemos afrontar la composición de nuestras canciones?
Lo cierto es que cada canción es una oportunidad y distintas canciones pueden tener objetivos distintos y nos pueden dar diferentes tipos de satisfacciones.
No es necesario ser un fundamentalista de lo comercial ni tampoco un apóstol de la pureza creativa. Podemos ser ángeles y demonios, cándidos y retorcidos, podemos ser impuros de muchas maneras, nadie ni nada nos lo impide. Y, además, ¿quién es o quiere ser puro?
Y si os preocupan los críticos, el veneno de las opiniones interesadas os tengo que advertir de que ningún camino os va a librar de ellas.
Cuando entendemos que agradar a todo el mundo es imposible y que hagamos lo que hagamos, de la forma y calidad que sea, vamos a resonar en unas personas, a ser ignoradas o detestadas por otras y a ser felicitadas por un grupo determinado, más grande o más pequeño, cuando tenemos esto claro, ya podemos centrarnos en lo que somos capaces de hacer por nuestras canciones.
Probablemente, lo mejor que podemos buscar a la hora de crear es ser fieles a nosotros mismos, seamos como seamos, y mostrar nuestra sensibilidad personal, nuestros valores, nuestra verdad artística.
Buscar el éxito comercial traicionándose a una o uno mismo es un camino muy peligroso que puede llevarnos a la infelicidad o el hastío.
La historia de la música, además, desmiente esa pretensión al menos en cada generación. Nuevas y nuevos creadores buscan nuevos lenguajes, formas distintas y rompedoras con la generación anterior, al menos.
Éxito personal, reconocimiento público, fama en alguno de sus formatos, éxito comercial …
Hay muchas influencias y tentaciones durante el proceso creativo. ¿Gustará o no gustará nuestra obra? ¿Nos será propicio el dinero y la fama? Hay que tener cuidado con estas cuestiones y, en la medida de lo posible, dejarlas a un lado ya que el valor artístico suele estar muy a menudo en lo que todavía no es popular, lo que no se ha hecho exactamente de esa forma concreta, lo que tiene un aroma antiguo pero luce como acabado de estrenar.
Con esto en mente, entendido y asumido, ya podemos regresar a nuestro quehacer creativo y, ya que lo público o comercial dependen de mil factores externos difícilmente controlables, vamos a poner primero nuestro esfuerzo y atención en conseguir éxitos privados, personales, vamos a intentar quedar conformes con nuestras obras y mejorar poco a poco nuestra artesanía.
El resto sucederá o no, pero nuestra obra, la huella que dejemos, será digna, en buen medida, y fiel a la persona que somos.
Hasta aquí, una introducción al maravilloso mundo del éxito de una canción.